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círculo interno se encuentra la verdad, debiendo informar

In Senza categoria on 29 gennaio 2014 at 18:04

círculo interno se encuentra la verdad, debiendo informar a los rabinos o en su caso a los directores espirituales en la Obra, de todos los pormenores y secretos a los que el judío o miembro del Opus Dei tenga acceso, ya sean militares, políticos, administrativos, laborales o de cualquier índole. Los judíos y los miembros del Opus Dei viven permanentemente hipotecados para toda su vida. – Las leyes internas de la secta judaica o de la mafia católica obligan a ventilar las diferencias en el interior. Los trapos sucios se lavan en casa. Las controversias las debe conocer y resolver el rabino o los superiores de la Obra. El escándalo no debe jamás trascender a la opinión pública, que debe vivir en la ignorancia de las interioridades del ghetto y de la Obra. – Al judío, como al numerario que desobedece, se le priva de la relación carnal con su cónyuge, para lo que se insta a la esposa que también suele ser de la Obra – endogamia judía y del Opus o espiritual – que niegue toda relación sexual hasta que el marido vuelva al redil de la obediencia a las órdenes de sus jefes, para que pueda regresar al lecho matrimonial. – Como santa coacción también están permitidas las sanciones pecuniarias, siendo tanto el Opus como el judaísmo los grupos totalitarios mejor financiados del mundo. – El fanatismo y la intransigencia son tan exacerbados que en casos de desobediencia grave y pública puede llegarse a la eliminación física del “desertor” o malsín. En el Opus hay un sin fin de “muertes providenciales” y “misteriosas” de hombres que sabían demasiado y que no interesaban en un momento dado. En el judaísmo sucede otro tanto. Los intereses en juego son tan enormes que no se detienen ante nada.
Cada miembro de la comunidad es un espía para sus hermanos y están obligados a denunciar cualquier signo o síntoma de desafección a las órdenes emanadas o a la comunidad. Por ello en una comunidad basada en la delación no puede haber ni sincera amistad, ni confianza, ni hermandad. Denunciar al descarriado es un timbre de gloria: Ser confidente de las intenciones heterodoxas, un tanto a favor del denunciante. La disciplina mediante este sencillo método está siempre garantizada, por funcionar integrados los sistemas más minuciosos de información, espionaje y traición. Así vemos a hijos denunciar a sus padres, esposas contra esposos, amigos entre sí en todo el mundo judío y del Opus.
– La pena en casos de contumacia en el “error” de la desobediencia y de la liberación del yugo del grupo o comunidad, es el herem o excomunión, lo que conlleva una especie de muerte civil y donde antes era ficticia hermandad, ayuda recíproca y socorros mutuos, de pronto, como por un resorte se convierte en animadversión y muerte civil, negando el pan y la sal, haciendo al que se marcha de la espiral de obediencia el boicot más espantoso en todos los dominios, en el económico, en el social, en el político y en el personal. Hay que arruinarlo, eliminarlo socialmente, desacreditarlo, infamarlo, anularlo y neutralizarlo. – La obediencia se da hasta en la censura previa a las lecturas, los juegos, las diversiones, los espectáculos e incluso los amigos. El no judío es un goim, un extraño; el que no es miembro del Opus Dei, aunque también sea católico, o cristiano, deja de ser un hermano. Toda la información que recaben los judíos o los miembros del Opus Dei sólo debe servir para beneficio del judaísmo o de la Obra, teniendo de esta forma unos controles de información, unas centrales de datos, impresionantes y gratuitas. Conocer es imperar. “Todos los judíos, sin excepción, están obligados por lo menos semanalmente a entregar a su rabino un informe de todo lo que vean, oigan, lean, etc. en la oficina militar, política,
comercial, de prensa y de toda índole donde trabajen, así como de todo lo que vean y oigan en la calle, en el mercado, en la tienda, en la escuela, en el club, en la instrucción pública, militar, periodística universitaria, religiosa, económica, sindical o de cualquier otra índole donde se encuentren o donde ‘ocasionalmente tengan acceso”‘. En el Opus el paralelismo es idéntico pues todos sus miembros están obligados a una entrevista semanal con su direc- tor espiritual a la que se denomina “confidencia” para informarle de las actividades y comunicarle de todo lo que haya tenido conocimiento, visto, oído, leído en cualquier medio en que se haya desenvuelto. El director confecciona con todos los datos que semanalmente le transmiten los miembros un informe que a su vez lo eleva a los superiores y según su importancia y tras la valoración e interés de las informaciones, las mismas se transmiten hasta la cúspide de la Casa Central del Opus en Roma. En el Opus Dei también existen las criadas – la Obra tiene centros donde enseña y adoctrina a las jóvenes para el servicio doméstico en casas de la aristocracia y de la burguesía; son adiestradas para comportarse como agentes del espionaje. En su “confidencia semanal” deben relatar las amistades que frecuentan la casa donde están prestando servicio, las llamadas telefónicas que reciben sus señores, la correspondencia e incluso las conver- saciones que escuchan en el hogar. Existe en el Opus, igual que entre los judíos, la obligación de denunciar todo lo que pasa en el interior de la comunidad o del ghetto, en lo que se refiere al cumplimiento de sus costumbres y normas que en la Obra se denomina la “corrección fraterna”. Esta obligación está dirigida tanto al culpable, a quien hay que tachar y censurar sus faltas con el fin de que se corrija y al director espiritual a quien hay que pedir permiso para desempeñar esta acusación o actuación frente al culpable, lo que significa que también el director espiritual está previamente informado del contenido de la denuncia pública ante los demás miembros del clan. Estas prácticas ejercen un control y una continua vigilancia mutua, creando un ambiente de mutua desconfianza, recelo y sospecha que imposibilita una normal convivencia pero que van configurando el estilo del judaísmo o el espíritu de la Obra. La obligación de la denuncia, con sus continuas sospechas y vigilancia en el Opus es una copia de las vivencias usuales y comunes de los ghettos hebreos, en los que se exigía a sus miembros comunicar al rabino todos los pormenores. Los efectos son idénticos en e! ghetto que en la Obra en tales prácticas. De esta forma se obliga a todos los miembros a actividades de espionaje y de investigación, tan útiles para mantener la cohesión interna y los vínculos de las respectivas comunidades. Las “confidencias” semanales y la “corrección fraterna” son piedras angulares en el funcionamiento de la Obra según la concepción de Escrivá, siendo, en gran parte, la razón de sus éxitos y de su expansión en el mundo entero. Si se suprimieran en el Opus estas técnicas o mecanismos de control, el edificio comenzaría a resquebrajarse, derrumbándose y terminando por carecer de fuerza vital. La información recibida, clasificada, procesada, transmitida a niveles o escalones superiores según su contenido o su importancia son una clave del dominio, la hegemonía, la preponderancia y la falta de escrúpulos y de moral que desarrolla. En el Opus diversos países están a la cabeza de la región. El que sus nombres no sean, por lo general, conocidos, no se debe únicamente a la casualidad. También en cada región, ciertos hombres del sistema están secretamente y en confianza encargados de funciones y cometidos particulares, bien sea del sector finanzas, del comercio, de la enseñanza, etc. sin que sus nombres ni sus misiones sean revelados a los miembros de base y naturalmente
totalmente tapados al conocimiento del resto de los mortales. La vida del ghetto en los judíos y del Opus entre los cristianos repercute en su personalidad y en el interior de sus almas, creando una “estirpe” secreta y “diferenciada” de los demás de sus semejantes, a los que ignoran, pues para el judío y para el Opus, sólo son semejantes los iguales, es decir ellos mismos. Ellos y sólo ellos son los elegidos, los que han hecho un pacto con Dios, la Obra de Dios, el pueblo de la Alianza, los hijos de Israel. Los demás son la basura y la escoria de la humanidad. Por ello la vida y el ordenamiento jurídico de sus leyes del ghetto o de sus constituciones interiores prevalecen sobre la legislación civil o política de cualquier Estado en el que se asienten. Si el judaísmo ha sobrevivido a la dispersión, a la diáspora, o a las contingencias coyunturales ha sido por su espíritu de ghetto que ha generado entre los hebreos un fanatismo despiadado y una fuerza de voluntad fortificada por la educación, la necesidad y su propia miseria, lo que les ha hecho concebir una sed insaciable de oro, poder y dominio. Oro, poder y dominio que son las premisas del Opus Dei, que al igual que en los ghettos, desde el primer momento se inculcan y estimulan los sentimientos de odio, intolerancia y orgullo, sentimientos que experimenta el seleccionado, el “elegido” contra sus adversarios, es decir, contra todos los que no sean judíos o miembros de la Obra. Sus pasiones y voluntades se tensan al máximo. Sus organizaciones, las del Opus y las del ghetto son cerradas; los judíos forman, como dirían Schiller o Fichte, un Estado dentro del Estado. Ghetto y Opus se aprovechan conscientemente de los vicios de sus miembros, de sus pasiones. Como afirma Brafmann en su libro sobre el Kahal, “el mantenimiento del judaísmo sólo fue posible gracias a la implantación del ghetto. La separación era y debía ser la solución, separación por el idioma, la vestimenta, la religión. La religión se conformó conscientemente como una religión de culto. Todo judío – lo mismo se puede aplicar a los miembros de la Obra – se ve obligado intencionadamente a prestar atención a su religión y a sus prohibiciones casi en cada momento de su vida, en cualquier acción y en cualquier pensamiento debido a las innumerables prescripciones, donde uno es moralmente responsable incluso del comportamiento del vecino. Así, la disciplina del ghetto era la principal arma defensiva en la lucha por el mantenimiento del pueblo judío y sus pequeñas colonias” que garantiza la pervivencia. En el ghetto, como en el Opus, la desobediencia se reprime sin contemplaciones y la traición no tiene perdón. Se utiliza el anatema como arma terrible. En el ghetto y en el Opus el ambiente es de soberbia, orgullo e intolerancia, como corresponde al “pueblo elegido” sobre una base religiosa. Para esto sirven sobre todo y fundamentalmente las festividades, los ritos, las celebraciones, las prácticas, los retiros, los ejercicios, las lamentaciones y los rezos… Los cuatro pilares básicos del dogma judío eran la fe en el pacto con Yavé, – el Opus Dei u Obra de Dios también se considera a sí mismo la élite, los selectos, los puros y los elegidos; la pureza de la raza, en el Opus ellos son los inmaculados frente a la contaminación exterior; la fe en ser el pueblo elegido y en el Mesías; para la Obra el Mesías redivivo está representado por el propio Escrivá, cuya figura es objeto de veneración interior. Ghetto y Opus tienen rasgos defensivos. De ahí por una parte su odio al “alter” y a la vez su mimetismo, su desarrollo en paralelo con el secreto de su organización y su fanatismo propio de cerebros alienados y talmúdicos, su odio y su disimulo, su agresividad o su servilismo según las circunstancias, y todo ello en aras de una apariencia de espiritualidad inocua.
En el judaísmo, en la celebración de las fiestas del Pesaj, los rabinos recalcan que un solo israelita agazapado, como nos narra la Biblia, pudo apoderarse del gobierno y de las riquezas de Egipto, con mayor razón puede conseguirlo toda una comunidad judía, infiltrada en una nación. La lección silenciosa la aplica el Opus Dei y fue transmitida en secreto por Escrivá a sus hombres de confianza y a sus más próximos. Otra máxima del Talmud que siguen al pie de la letra los seguidores de Escrivá es aquella que reza: “dondequiera que se establezcan los judíos, es preciso que lleguen a ser los amos y mientras no posean el absoluto dominio, deben considerarse como desterrados y prisioneros, aunque lleguen a dominar algunas naciones, hasta que no las dominen todas, no deben cesar de clamar: ¡Qué tormento! ¡Qué indignidad!”. De forma inconsciente, en el silencio de la termita, Jesús Ynfante nos dice del Opus que “lejos de buscar la transparencia, se entroncan en la oscuridad de los ghettos y de las mafias”

Acerca del Engaño del Opus Dei (Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz & Operis Dei) y su Simbología Cabalística

In Senza categoria on 11 luglio 2013 at 06:40

LA SIMBOLOGIA KABALISTICA DEL OPUS DEI
Si Escrivá era de tronco judío sus signos y símbolos tenían que ser, como representación gráfica e interpretativa de su subconsciente, acordes con su condición. El Opus, su Obra, su Pompa, su instrumento, su gran engaño, tenía que estar cincelado de emblemas y alegorías conexas con la Kábala hebrea. Sobre este presupuesto comenzamos nuestras indagaciones y los resultados han sido sorprendentes. El biógrafo oficial y laudatorio de la figura de Escrivá nos puso en la pista al escribir que “corrió la voz por Madrid de que su oratorio estaba lleno de signos kabalísticos. También se habló del oratorio elíptico en la casa de la calle de Diego de León. El P. Severino Álvarez, dominico, Decano de la Facultad de Derecho Canónico del Angelicum de Roma contaba ya en 1950 que también se habían recibido en el Santo Oficio de Roma denuncias contra el Opus en las que entre otras cosas se hacía alusión a la heterodoxia del Opus, indicándose la forma elíptica del oratorio y las señales externas, las manifestaciones poco convencionales utilizadas, por lo que el Maestro General de los Dominicos, aprovechando que el Padre Severino realizó por aquel entonces un viaje a España, le encargó encarecidamente que visitara y le informara de lo que viera en el oratorio en cuestión. Comenzaban los indicios, los atisbos, los comentarios sobre la criptografía empleada. Fue a fines de 1939 cuando el Opus Dei había abierto un oratorio anexo a la residencia de la calle de Jenner, en Madrid, en torno al cual y ya desde aquellas prematuras fechas comenzaron a producir la alarma y el desconcierto entre los creyentes que comenzaron a circular por medio de boca a oído que la capilla “estaba adornada con signos kabalísticos y masónicos y se afirma que gracias a sabios juegos de luz Escrivá de Balaguer simulaba fenómenos de levitación. Además, la “Sociedad de Cooperación Intelectual – SOCOIN-, una iniciativa vinculada a la Obra, fue señalada como una derivación masónica de una organización judía internacional. En la época en que sucedían estos hechos – en los albores de la fundación del Opus – un profesor de derecho internacional afirmó que había encontrado en un diccionario hebreo el verdadero significado de las siglas SOCOIN que correspondía al nombre de una secta hebraica de asesinos. En 1940 el Tribunal Especial para la represión de la masonería y del comunismo y que tenía entre otras misiones la de tutelar la seguridad del Estado, abrió expediente informativo contra José María Escrivá de Balaguer acusándole de que “bajo el nombre de Opus Dei se escondía una rama judaica de la masonería”. Una acusación tan grave e inusual debía tener algún fundamento, estar respaldada, tener motivos y argumentos, que vamos a tratar de alumbrar. El primer símbolo que nos llama la atención es la adopción de la rosa como figura emblemática, como símbolo diferenciador e identificativo, que se arroga y atribuye al Opus Dei. En este contexto no se puede olvidar que el asunto de la rosa no es un capricho o algo casual, sino que revela una profunda coherencia, pues según el Zohar, la rosa designa “La Comunidad de Israel” (véase Zoar, 1,1 a.) Quizá el padre Escrivá quería avisar con esta leyenda a unos pocos iniciados que no se olvidaran de sus raíces… y de sus obligaciones. Ediciones Rialp, la editorial propiedad del Opus Dei, donde se editan los libros y textos oficiales de la Obra, el vehículo difusor de la bibliografía más apologética y exultante del Opus, tiene como anagrama editor la imagen y el diseño de una rosa. Son las
señas de identidad de su labor bibliográfica. Es la imagen de marca. Es la señal de la rosa… El origen para la introducción del signo kabalístico de la rosa se remonta a los años del período de la Guerra Española, cuando Escrivá, que había estado sin demasiados problemas en “zona roja” teniendo la información previa sobre el desenlace de la contienda con la victoria de las fuerzas nacionales leales a Franco, se pasa de zona en conflicto a través del Pirineo, por la frontera francesa, donde el grupo se refugió en pleno invierno en una cabaña para pernoctar. Por la mañana cuando iban a reemprender la marcha se solicitó a Escrivá que oficiara una misa, a lo que se negó, inexplicablemente, saliendo del refugio de montaña en solitario y caminando hasta qué se perdió entre la nieve y el hielo de las montañas, regresando poco después al punto de partida alborozado, eufórico, según los testigos presenciales, con el rostro iluminado y con una rosa de madera en las manos que según dijo “le había dado la Virgen, que se le acababa de aparecer” – en todas las apariciones reconocidas oficialmente por la Iglesia Católica, hay pruebas. De la aparición que difundió Escrivá, ninguna, a pesar de su testimonio en vivo y en directo, que como se tratara de una burda mentira, no insistió con posterioridad, ni ha sido jamás reconocida como tal aparición por la Iglesia. Después de aquella situación inventaría toda una leyenda. Dijo que la rosa estaba semienterrada entre la nieve y para él “era la señal evidente de que se acercaba otra época en la vida del Opus Dei y que se acabaría pronto el período de las ‘plantas cubiertas´ por la nieve”, en clara alusión metafórica a su criptojudaísmo secular, con dos interpretaciones evidentes, la rosa y su significado y su escondite y salida a la superficie. El símbolo de la rosa forma parte importantísima de la tradición kabalística hebrea. Ya en los salmos y en los poemas proféticos judíos, la rosa roja y la rosa blanca personifican los cuerpos castigados y purificados de Israel. Pero en la Kábala se va aún más allá en el camino de significaciones. El árbol, sefirótico, dividido en tres columnas verticales, tiene la central precisamente bajo la advocación de la rosa, que de este modo restaura y equilibra la parte rigurosa y severa de la creación – izquierda – con su lado clemente y misericordioso – el derecho -. La rosa no sólo está impresa en todas las publicaciones que salen de la Editorial del Opus Dei, Rialp, que curiosamente lleva el nombre de la aldea donde supuestamente en 1937, en su ermita y a él solo, sin testigos incómodos, se le apareció la Virgen y que desde entonces ha pasado a ser el auténtico símbolo para el Opus. Tampoco podía faltar por doquier en Torreciudad, el templo suntuoso construido con el óbolo de los escándalos financieros. En Torreciudad encontramos rosas esculpidas en la capilla, en la ermita, en el interior y en el exterior del templo, en muchos edificios del complejo arquitectónico, en todas partes, para que no se olvide que estamos en un lugar con mensaje kabalístico. Parece que también cuando besan el suelo, en ese amor a lo material, mascullan la divisa templaria “Non nobis, Domine, non nobis, sed nomine tuo da gloriam”. También se ha querido asimilar la rosa a la importancia que tenía en la Orden Templaria. Para el Temple, la rosa y la espina fueron un símbolo de capital importancia. Aparte de la rosa y su claro mensaje kabalístico, otro signo caro al fundador del Opus Dei fue la representación gráfica de palmípedos, el signo hermético de la oca, la pata de ganso. Existen dibujos de patos realizados por la mano de Escrivá en el cristal, madera, porcelana, papel. En una casa de ejercicios en Molino Viejo, en la provincia de Segovia, se conserva pintado en una pared un pato atribuido al propio fundador. La obsesión por los graffiti de los gansos tiene otra clara y sibilina vertiente kabalística, de un enigmático y profundo significado.

Otra de las peculiaridades más llamativas es la eliminación de la imagen de Cristo de los crucifijos. Tampoco aparece el INRI típico de la cruz ni la faja negra con el mors mortem superavit. Para el Opus según el diseño de su fundador, el crucifijo es la cruz sin cuerpo, luego reverencian y adoran no a la figura de Cristo, sino alaban al cadalso, a su último patíbulo, veneran al instrumento de suplicio y del tormento. Los miembros del Opus Dei son portadores, en sus bolsillos, de cruces sin el cuerpo de Cristo. Del Hijo de Dios crucificado, la Obra sólo acepta y reconoce como suya una cruz de madera vacía. Las razones camufladas que da Escrivá son que los cuerpos desnudos de Jesucristo suelen estar malísimamente hechos y son repugnantes. El crucifijo es el símbolo de la fe. El madero, el calvario donde los judíos ejercieron su deicidio. Es costumbre y norma obligatoria que en cada centro o casa del Opus “exista una cruz negra sin Cristo, que será adornada dos veces por año. Estas prácticas heterodoxas han sido censuradas igual que su secretismo, que su dedo pulgar puesto sobre sus labios. Si a la cruz pelada le juntamos la rosa tenemos la rosa-cruz. La alquimia kabalística no puede ser más explícita y perfecta. Siguiendo en la búsqueda y en el hallazgo de elementos kabalísticos, la numerología ha sido una ciencia tradicional donde se inspira la Kábala hebrea y cuya representación no podía faltar en el Opus Dei. El libro de Escrivá, Camino, tiene exactamente 999 máximas o puntos, a los que en ninguna reedición ha sido variada su cifra, que invertida se convierte en el 666 apocalíptico, el número de la “Bestia”, lo que nos sitúa en el carácter escatológico de la Obra. Su misión histórica parece señalada en clave clara, siendo como es el judaísmo un factor principal en toda época apocalíptica. Como nos dice el Apocalipsis, el nombre de la Bestia está escrito en cifras cuyo valor es 666. Indudablemente el número no es mero azar. Dante utilizó profusamente el número 9 y otros múltiplos de 3 en la Divina Comedia. En dimensiones de vida (máxima 279), tres veces tres, 999, 666… El número 9 tiene una importancia esotérica de primera magnitud en cuanto que representa al signo del noveno sefirá kabalístico y tal como explica el profesor Gershom Scholem, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, conocer el significado de las razones profundas de los números en tanto que son magnitudes cósmicas – era, para los kabalistas y para quienes seguían la esencia universal de su teosofía – “un sistema de pensamiento que se plantea conocer y describir las operaciones de la Divinidad”. Para la kábala la constante ininterrumpida del número 9 – yesod, fundación – tiene su justificación plena en el Opus como módulo de construcción. Tres veces tres hacen nueve y tres veces nueve forman el 999 al que hay que invertir, dar la vuelta, para que veamos reflejado el enigmático y significativo nombre bestial. Otros signos que utiliza el Opus Dei en sus manifestaciones son el olivo y el árbol; según las explicaciones que nos da la Haggadah en el Talmud, Israel se parece al olivo porque el aceite que de él se extrae no se mezcla con los otros líquidos y así Israel conserva su individualidad; porque el aceite sobrenada, lo cual -dicen los judíos – está escrito en la ley “Dios te colocará arriba de todas las naciones” (Deuteronomio XXVI, 19) y porque el olivo necesita ser aplastado para producir y así Israel sacará provecho de las desgracias y persecuciones, unas fingidas y otras provocadas. Como marca comercial también han utilizado en grandes holdings cercanos al Opus Dei, tal es el caso de Rumasa, otro símbolo kabalístico: la abeja encerrada en un exágono, que es la representación gráfica del hebreo “Débora” con todas sus connotaciones intrínsecas.
Por último hay que resaltar que entre los miembros del Opus existen, como en la masonería judaica, ciertas palabras de pase y reconocimiento. Se saludan con la palabra “Pax” y la respuesta es “In aeternum”.Son palabras de identificación y filiación, argot interior usado para resaltar su pertenencia, una especie de consigna o de santo y señal particular. Utilizan el latín en las palabras escogidas como de pase o palabras sagradas para utilizar entre sí y no con los demás hermanos supuestos, los cristianos. Otro exorcismo que se detecta es el de rociar la cama con algunas gotas de agua bendecida antes de acostarse, flagelarse, llevar cilicios o dormir en el suelo una vez por semana en señal de penitencia y para acercarse en la distancia y en el lugar donde se encuentran al simbólico muro de las lamentaciones hebraico.
LAS RAÍCES JUDAICAS DE ESCRlVÁ DE BALAGUER
Llegamos al secreto secretorum, a la clave más sigilosa de las guardadas en el silencio impenetrable de la Obra, a lo inefable y también a la verdad más absoluta que se debe esclarecer, descubrir, revelar. Son las raíces mosaicas del fundador del Opus Dei y su obra al servicio de Israel y sus finanzas. No conviene olvidar el nombre exacto y en extenso de su propia creación y que por lo general queda, a pesar de ser el nombre oficial y registrado, en el ostracismo de la intencionada omisión. La denominación del Opus Dei es la de “Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y el Opus Dei” y ya en su propio nombre se cierra la llave de un misterio, cuyo enigma nos viene descifrado por el historiador judío Cecíl Roth que escribe en su conocida y divulgada obra Historia de los marranos lo siguiente: “en Barcelona, donde si un marrano decía ‘Vamos hoy a la Iglesia de la Santa Cruz’ referíase a la sinagoga secreta llamada de ese modo”. Es una coincidencia sospechosa que el nombre escogido por Escrivá de Balaguer para su organización coincida exacta y crípticamente con el de la “sinagoga secreta” en el lenguaje a la usanza de los judíos. Se puede ser consciente que hablar del tema judío, y sobre todo si se alude a él sin alabanza, es tema tabú. Hay que comenzar a llamar a las cosas por su nombre, decir que en la mente de Escrivá de Balaguer bullía un cerebro judío, que Escriba – que era su verdadero nombre de pila – era un criptojudío y que no es posible entender su obra ni interpretar la misma si no se relaciona con el fenómeno esencial de su judaísmo interior y exterior. Escrivá lleva el disimulo en la sangre, igual que sus consanguíneos los judíos, es un fariseo y un hipócrita que cree en el Talmud y sus enseñanzas más que en el Evangelio y su Buena Nueva. Escrivá va a utilizar a la Iglesia como instrumento para formar grupitos donde los cristianos no advertidos van a ser las víctimas de la maquinación. En las biografías de Escrivá de Balaguer echamos en falta tres elementos esenciales de su nefasta personalidad; se disfrazan tres hechos básicos para entender al hombre y su Obra: que son que Escrivá es judío, que era un homosexual prácticamente y que creó el Opus Dei para servir a los fines del poder judaico oculto y siniestro, nunca para mayor Gloria de Dios y de su Iglesia. Escrivá se sirve de la Iglesia y no viceversa. Ya desde el principio puede resultarnos sospechoso que Escrivá durante su vida cambie tantas veces de nombre, práctica usual entre los judíos. El documento indubitado y veraz de su apellido es el de Escriba, y así figura inscrito en el Registro. El apellido
Escriba, si nos atenemos a su sentido etimológico, se deriva de la voz latina scriba, y que significaba “doctor e intérprete de la Ley entre los hebreos” según la primera y principal acepción del Diccionario de la Lengua Española. En la ley mosaica “sofer”, la arcaica raíz hebrea que significa escribir, se usa para designar al escriba, varón – las mujeres están vedadas de ser estudiosas e intérpretes de la Ley – consagrado a la estricta observancia de la ley judía. A Esdrás se le llamaba “Escriba o doctor muy diestro en la ley de Moisés” (Esdrás VII, 6) que son instruidos en la palabra y las prescripciones impuestas por el Señor que pacta y se alía vincularmente con el pueblo de Israel. El escriba era, pues, el sacerdote. Los escribas fueron muy influyentes en las cortes de Judá y de Israel, sobre todo durante el reinado de David y Salomón. En el Eclesiástico, capitulo XXXIX, se pondera su relevancia como depositarios de la sabiduría y de las profecías. En la época salomónica existen, incluso, escuelas que preparan para estos menesteres. En el Deuteronomio XVI, se asigna a los escribas también, funciones judiciales. Los escribas, desde su cautiverio en Babilonia, serán los doctores de la Ley. Eran los sacerdotes-escribas. Su influencia les lleva a dominar bajo su tutela al pueblo que consideraba la profesión de escriba como “la más noble”, como celadores y hermeneutas de la Ley mosaica… Los escribas se agrupan y organizan en las sinagogas, dividiéndose en tendencias tales como los saduceos, los fariseos o los esenios. Al principio los escribas de Israel seguían para su labor la tradición oral. Posteriormente recopilaron las máximas que difundían y hacían acatar en el Mischna. El primer y principal deber de los escribas era recoger celosamente la Ley judía. Así, el Talmud prescribe que “el que olvida el precepto, enseñado por el escriba, echa a perder su vida”. Antes de llegar a ser escribas, pasaban por un aprendizaje. Eran Talmid, es decir, alumnos que en contacto con su maestro recepcionaban sus enseñanzas y a partir de los 40 años, si habían asimilado la materia, eran ordenados doctores (hakam). El escriba era la autoridad para dirimir cuestiones legislativas, religiosas y rituales. Ocupaba los puestos claves en el derecho, la administración y la enseñanza. Sólo a los escribas les estaba permitido acceder al sanedrim. El partido fariseo del sanedrim estaba compuesto totalmente por escribas. Los escribas eran por antonomasia los portadores de una ciencia secreta: “la tradición esotérica”. La cábala era la ciencia hermética de los escribas que reservaban sus conocimientos. En Jerusalén, donde explicaban sus enseñanzas, el pueblo se sentaba a sus pies, en señal de sometimiento. Esta reseña o clave interpretativa es la carga patronímica que lleva en su sangre y en sus genes José María Escriba. El gentilicio de su apellido original Escriba equivale a rabino. Su procedencia la lleva en su propio nombre de familia. Si se llama escriba es porque sus antepasados, más o menos lejanos, próximos o remotos, eran “doctores e intérpretes de la ley entre los hebreos”, es decir rabinos. Cristo, en su Evangelio, habla del cariz y del talante, en muchos de sus pasajes, de los “escribas y fariseos”, quienes eran, como se comportaban, cuales eran sus sentimientos y cuan grande su doblez. Escrivá de Balaguer era judío de sangre y de espíritu. Su obra, la secta de la que es el líder carismático, está hecha a imagen y semejanza de las pequeñas e impenetrables comunidades judaicas. El opus no deja de ser un ghetto, sus leyes y estatutos oscuros no traducidos y
ocultos, su falta de sinceridad con respecto a sus demás hermanos, los cristianos, a los que les niegan su pertenencia al clan, su ayuda mutua, pero sólo entre ellos, su afán por el lucro y el dinero, el sentido monetarista que imprimen a sus vidas, la adoración al Becerro de Oro, las palabras y contraseñas que usan, los testamentos a los que obligan y toda su parafernalia son la extrapolación de las leyes del Kahal incrustadas en la Iglesia. Escrivá se puede manifestar con apariencia cristiana, pero su trasfondo es judío. Tan judío como el oficio de su padre, mercader de telas, típico de las comunidades hebreas y marranas. La historia de la judería de Huesca nos ilustra de innumerables ejemplos al respecto. Entre las tiendas de la judería en 1238 había una famosa, la del sedero Abraim Aborrave. También se sabe que un tal Xalema Xuri era sedero y proveedor de la casa real. Ya en 1290 se tenía concedido a los miembros de la aljama de Huesca la facultad de tener tintorerías operatorias de trapos de Francia. También se tienen noticias del comercio judío en tejidos, habiendo destacado por su significación, aparte de los ya señalados, el trapero oscense Abrahim Alamaca, o los judíos Salomón Ablatorell y Mosse Abulbaca, traperos de Huesca como el padre de Escrivá, que en el año 1311 fueron sancionados y condenados al pago de 1500 sueldos e indemnizaciones por la compra de tejidos a sabiendas de que eran robados en la localidad de Sariñena por el también judío Caredin. Tan arraigada y extendida estaba la vinculación de los judíos en Huesca y su territorio – lugar de donde procede y es oriundo Escrivá de Balaguer – al negocio y comercio de las telas, que en la capital existía hasta un barrio de los sederos dentro de la judería. Entre las actividades de los judíos en Huesca encontramos las de médicos, especieros, alabarderos, pelliceros, sederos, plateros, tintoreros, sastres, traperos, mercaderes y prestamistas. La familia de Escrivá se dedicaba a uno de los oficios habituales de los de su tribu, es decir, al negocio y comercio de las telas, y el padre, tras cometer una estafa colectiva en Barbastro a sus convecinos, no se quedó en el pueblo para hacer frente a sus obligaciones y responsabilidades, sino que huyó por la noche para consumar la estafa y no tener que pagar a sus acreedores. Escriba es un descendiente de los rabinos de Huesca y su demarcación. En 1480 había en Huesca 9 rabinos que ejercían en la aljama, que es la voz preferida de los escribas para designar a la comunidad judía. Las aljamas se concentraban y ubicaban en el call o caller, término que deriva del hebreo kahal, comunidad o barrio donde se agrupaban los semitas. En Barbastro existió un influyente núcleo judaico y tanto el rabinado como el degüelle eran oficios provistos por mandamiento real. Existió sinagoga y nos narra la historia que los judíos de Barbastro derribaron la antigua sinagoga de la localidad y cons- truyeron una nueva por lo grande de la comunidad mayor. El propio rey Alfonso III al tener noticia del levantamiento y construcción de la nueva sinagoga para albergar a más judíos en Barbastro, mandó, estando el rey en Ejea el 3 de octubre de 1287, reconocer la obra y ordenó que caso que fuera mayor que la sinagoga precedente, se procediera contra la aljama. Un documento interesante y curioso en relación con los criptojudios de Barbastro lo hallamos en Konrad Eubaer que nos informa en su obra documentalmente cómo el papa Benedicto XIII, el 27 de abril de 1415, ordena el trueque de la sinagoga de Barbastro en una Iglesia por haberse convertido al cristianismo los judíos de su aljama. Barbastro era la quinta judería de Aragón en importancia y la aljama se situaba en los aledaños del castillo de la Zuda de la ciudad, junto a la muralla, donde Jaime I les concedió en abril de 1271 la autorización a la potente comunidad judía para abrir una puerta en la muralla, para que entraran por el acceso directamente desde el camino de Huesca, con una amplitud que pudieran transitar hombres y bestias cargadas. La aljama de Barbastro fue una de las denunciadas por usura, lo que dio motivo a abrir una investigación que acabó con la imposición del pago de 1000 sueldos en abril de 1298. El fenómeno de las falsas conversiones de los judíos al cristianismo en la zona de Huesca comenzó ya desde el momento mismo de la conquista de Huesca por los aragoneses del rey Pedro I en 1096. Son célebres los casos del rabí Moisés Safardó, que recibió el bautismo en la catedral de Huesca en 1106 y tomó el nombre de Pedro Alfonso, que entró a formar parte del clero y escribió dos obras: La Disciplina clericalis y Diálogos contra los judíos. Convertido lo fue también el canónigo de la catedral, Pedro de Almería. El Obispo Vidal de Canellas nos da una pista de sus inclinaciones al legar en su testamento 300 sueldos a una tal Urraca, de raza judía. Notoria y sintomática fue la conversión en masa de la familia de Azach abin Longo o Abelongo. También lo eran los Santvicent o San Vicente igual que los Santángel, algunos de los cuales eran familias de Barbastro, los Alborit – Albás – Azacha, Avin, Salomón, Argelet… Fueron 35 las juderías radicadas en el reino de Aragón, unas de realengo y otras sometidas al señorío eclesiástico o nobiliario. Escrivá parece volver constantemente sus ojos hacia su pasado; su memoria histórica inmersa en el concepto judío le lleva a escribir su principal obra, Camino, como proverbios morales, como máximas, como sentencias cortas, adagios de contenido moral y muchas veces recriminatorio. Estas enseñanzas morales venidas en esas greguerías a veces ambiguas, a veces con dobles sentidos, a veces con diferencias interpretativas, eran muy usuales en la producción literaria de los conversos y criptojudíos y bien analizadas demuestran un trasfondo de espíritu hispano-hebreo. Con sus aforismos morales recrea la tradición conversa de los siglos XVI y XVII españoles, sobre todo de la literatura ascética redactada por conversos. Si tuviéramos que buscar las fuentes o los precedentes de su obra Camino tendríamos que hacer alusión y obligada referencia a obras tales como La certeza del Camino – aquí incluso está reflejada la palabra camino – de Abraham Pereira, que también escribiera su Espejo de las vanidades del mundo; o las obras del converso Luis de Granada Guía de Pecadores e introducción al símbolo de la Fe; o el libro de Diego Estella Descripción de las vanidades del mundo, al polémico tratado del criptojudío Miguel de Molinos publicado con el título de Guía Espiritual. Todos ellos son modelos, estereotipos que de una u otra manera, han sido consultados, utilizados; algunas máximas copiadas y los pensamientos han sido plagiados cuando allá por 1934, en Cuenca, Escrivá redactaba sus Consideraciones Espirituales, que así se denominó en primera instancia el boceto y borrador, la edición Príncipe de lo que luego se popularizaría como el catecismo del”pueblo elegido” como se jactan los miembros del Opus Dei, bajo el nombre de Camino. Por supuesto, la inspiración y las consignas tenían un contraste de autenticidad y buena línea en el Talmud, la fuente originaria y total de la inspiración de Escrivá. Son los libros escritos a base de proverbios morales, de anatemas, de obras con un tamiz de instrucción y con una orientación didáctica, donde las reglas y preceptos, las normas, eran la pista para saber que 

se trataba de un moralizante converso, un autor marrano, que utilizaba trucos semánticos consistentes en transcribir conceptos con sentimientos, ideas y creencias judaicas mediante el cambio del sentido y de intención de los términos, la significación de las palabras y empleando un lenguaje mezcla de piedad y caricatura, que en los dos mundos son idénticos como si de un fraude semántico se tratara. En esa misma línea de pensamiento y de acción se encuentra la tan reiterada frase que tanto gustaba repetir a Escrivá: “somos el resto del pueblo de Israel. Somos lo que queda del pueblo de DIOS…”. La cita era tan de su gusto que ha sido recogida incluso en la obra novelada de Vicente García: “En nombre del Padre” cuando nos narra una pose de Escrivá relatándonos que “emerge el Padre, quien enderezándose levanta los brazos por encima de su cabeza y atronando con la voz exclama: ‘iSomos el pueblo de Israel, hijas mías! iSomos el pueblo de Israel!…’ Son una y otra vez las que se recrea con el mismo contexto: ‘somos los vestigios del pueblo de Israel”. Su aparente humildad era tan falsa como él mismo. Una vez mientras oraba, decía en voz alta “aquí tienes a tu burrito sarnoso” a lo que de inmediato y desde lo alto recibió la respuesta del mismo Dios: “un borrico fue mi trono en Jerusalén”. Tal era el perfil semítico de Escrivá que un sacerdote de Madrid, amigo del escritor Luis Carandell en una conversación sobre el Opus “aprovechó la oportunidad para hacer el chiste de que el Opus Dei estaba constituido ‘por un escriba y setenta mil fariseos’ y añadió la, españolísima pregunta de si monseñor no seria de origen judío”. Sobre este particular se pronunció el antropólogo Julio Caro Baroja no afirmando ni negando su procedencia, aunque si apuntillaba que cuál no era el mejor apellido para pasar camuflado. Por ello no es de extrañar que en su informe al sínodo diocesano de 1985, el rector del seminario de la diócesis de La Rioja acusó al clero del Opus de “ir a la caza de las herejías” y proseguía diciendo: “…creen pertenecer a la raza de Melquisedec” alusión directa en sentido metafórico. Su carácter de filiación divina, dé alianza y pacto con el mismísimo Dios, la experimentó el Fundador personalmente “…esta realidad un día de verano de 1931, en un tranvía de Madrid. Mientras se preguntaba cómo podría llevar a cabo la misión que Dios le había encomendado tres años antes, el 2 de octubre de 1928, tuvo una respuesta nítida – que quedó grabada a fuego en su alma – a través de unas palabras del Salmo II: “Tú eres mi hijo; hoy te he engendrado yo”. Con el alma inundada de gozo, empezó a repetir en voz alta, como un niño: “Abba, Pater, Abba, Pater! Abba! Abba!”. Con razón Escrivá había sido denunciado ante el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería, por considerarse que en una España de efervescencia católica y profundo sentimiento cristiano “el Opus Dei era la rama judaica de la francmasonería” También el Santo Oficio, en el Vaticano, recibiría comunicaciones en tal sentido. Una anécdota que inocentemente se cuenta en la biografía de Escrivá escrita por su principal alabardero nos refiere que “cerca de Caracas, el 14 de febrero de 1975, se levantó un hombre joven, de barba poblada y amplia, que realzaba su jovialidad. – Padre, yo soy hebreo… El fundador del Opus le interrumpió: “Yo amo mucho a los hebreos, porque amo mucho a Jesucristo – ¡con locura! – que es hebreo. No digo era, sino es: lesus Chdstus, hier et odie, ipse et in secula. Jesucristo sigue viviendo, y es hebreo como tú. El segundo amor de mi vida es una hebrea, María Santísima, Madre de Jesucristo. De modo que te miro con cariño, sigue…”. Le brotaba su instinto judío que a veces no sabía o no podía refrenar,
aunque adornaba su impronta con alusiones a Dios y su Santa Madre, para dejar la cosa más atenuada, que se comprendiera el mensaje sin descubrirse por entero. Una de las personas que conoció la realidad íntima de Escrivá era su amigo el profesor Viktor E. Frankl, judío, especialista de psicología que ha dejado varios testimonios de sus encuentros con el fundador del Opus Dei, donde nos ha dejado constancia de su capacidad de adaptación y simulación, su metamorfosis, propia de los de su raza, remarcando “su asombrosa capacidad para sintonizar inmediatamente con su interlocutor. Vivía totalmente en el momento presente y se entregaba a él por completo”. Tan rematadamente judío era Escrivá que no quiso, siguiendo la costumbre judía, que sus padres reposaran en cristiana sepultura en un cementerio católico, siguiendo así la tradición de los hebreos que se llevaban consigo los huesos de sus mayores si eran desenterrados. Escrivá no quiso que los restos mortales de sus progenitores yacieran en tierra bendita y por eso les enterró en la cripta de la casa del Opus en la madrileña calle de Diego de León, exhumación de dudosa legitimidad si nos atenemos a las normas y ordenanzas municipales sobre enterramientos que regían cuando los mismos fueran sepultados extramuros de los cementerios en una calle y en un lugar no aptos. Otra tendencia que resalta como tradicional en muchos judíos es la de “buscar entronque con linajes aristocráticos”. Y la adquisición y el fraude del título de “Marqués de Peralta”, para el que Escrivá carecía en absoluto de legitimidad tanto de origen como de ejercicio, y sólo su instinto judaico, le arrastró a la feria de las vanidades terrestres, con la búsqueda, la pesquisa y la adjudicación de un título nobiliario para cuyo expediente debió acudir no sólo al engaño a sabiendas de que no tenía derecho alguno, sino hasta a la falsificación documental y a la prevaricación de cargos públicos en el Ministerio de Justicia Español afectos al Opus Dei. También un claro indicio de poca fiabilidad, a la sazón muy utilizado por los judíos de todas las épocas, es el constante cambio de nombres para no ser reconocidos. Recordemos aquí que Mendizábal, el autor de la más famosa desamortización eclesiástica, ministro liberal discutido, que en realidad se llamaba Alvarez y Méndez y que, como recalca Caro Baroja “siguiendo la costumbre muy común entre los de su linaje, modificó su apellido”. El sistema de cambiarse de nombres y de localidad lo subraya al hablar del criptojudaísmo Blázquez Miguel, como una técnica usual y homologada entre los judíos. Y hablando de tácticas y técnicas, de pautas de comportamiento, es significativa la conducta de Escrivá el 28 de marzo de 1975 cuando celebró sus bodas de oro sacerdotales en la intimidad, según su norma de conducta habitual “ocultarse y desaparecer es lo mío” inmersión y ocultamiento arquetípico del criptojudío. Según el historiador Pulgar los conversos de Aragón “eran muchos” y según el historiador judío Baer “habría unas seis mil familias judías en el reino de Aragón, lo que proporcionalmente suponía muchísimo”. El famoso Libro Verde de Aragón es un alegato documental y escalofriante sobre la contaminación y la falta de limpieza de sangre en una gran cantidad de familias de la nobleza aragonesa donde una gran parte de las clases privilegiadas tenían verdaderamente origen judío. Bernáldez, en su Historia de los Reyes Católicos nos informa que “en cuanto podían adquirir honra, oficios reales, favores de reyes y señores, algunos se mezclaron con los hijos e hijas de caballeros cristianos viejos con sobra de riquezas” para luego llevar una vida doble y aprovechada. Para los criptojudíos, como para Escrivá de Balaguer la ética se reducía, en definitiva, a hacer lo útil en término final en la jerarquía de valores. Para Cobo Martínez, Josemaría Escrivá de Balaguer es uno de “los más cualificados y
eficientes criados del judaísmo”. Sus servicios a la causa judía y los perjuicios que de su actuación se derivan en la Iglesia Católica le confieren el gran título de hijo predilecto de Israel. De ahí su inclinación a la vida oculta y las llamadas constantes a la imitación, no al amor y a la caridad cristiana, sino “a los treinta años de vida oculta del Señor” con una obsesión por el acatamiento y la obediencia como corresponde a las exigencias de una religión, la hebrea, que se basa no en la fe, sino en las prescripciones de una ley sin concesiones donde, como decía Escrivá, “Obedecer siempre es ser mártir sin morir”. La obediencia ciega, sobre el amor y la verdad. Esa es la gran diferencia. Como nos advierte D. Julio Caro Baroja “hay que tener mucho cuidado con los lobos sangrientos que pasan entre nosotros disimulados con las pieles de mentidas ovejas”.
INFILTRACIÓN SECULAR DEL CRIPTOJUDAÍSMO EN EL CLERO
Los criptojudíos no se limitaban a someterse con ardor a las leyes de la Iglesia. Iban mucho más lejos. Llevaban el disimulo hasta limites extremos, hasta el punto que muchos de ellos no vacilaban en ingresar y engrosar las órdenes religiosas. En el estamento eclesiástico había sacerdotes y obispos oriundos del judaísmo que practicaban ostensiblemente las prácticas religiosas católicas y seguían, simultáneamente y en sigilo, profundamente apegados a la ley mosaica. Bajo los hábitos talares, bajo las sotanas y casullas, bajo las mitras, mantenían en su corazón, con celoso cuidado, “la llama de la religión paterna y minaron los cimientos de la poderosa monarquía católica” según la opinión del famoso historiador judío Graetz. No hay que olvidar que los judíos conversos consideraban una vía de integración, de escala y de influencia en la comunidad cristiana, la carrera eclesiástica. De hecho, la Iglesia española recibió un copioso aporte judío y ya, en tiempo de Felipe II, cuando el Cardenal Siliceo tomó posesión de la sede primada, se halló que “casi todos los presbíteros de la archidiócesis toledana eran descendientes de judíos y, en una sola villa, de catorce clérigos, sólo uno era cristiano viejo”. Lo mismo sucedía en las órdenes religiosas. Algunos de esos clérigos y religiosos acabaron en la hoguera, como el sonado caso de Fray García Zapata, prior del convento de los Jerónimos de Sisla que celebraba incluso las fiestas ludías en el interior del propio convento. Es evidente que la Iglesia española estuvo llena durante todo el siglo XVI de personalidades de origen hebreo que judaizaban de modo claro y rotundo. Nos cuenta Caro Baroja que un prelado famoso por la rigidez y dureza, don Diego de Simancas, narra en su biografía que en el año 1568 “se descubrió en Murcia una gran sinagoga, en la cual de noche predicaba la ley de Moisés un guardián de San Francisco, judío de nacimiento que se llamaba Fray Luis de Valdecañas”. Don Diego de Simancas veía a los conversos amenazando la unidad católica. Por las autoridades de la época se descubrió con asombro y estupor una carta firmada por Usuff, considerado el jefe de la jerarquía máxima de los judios de Constantinopla, en respuesta a una consulta que la formulara el rabino español Chamorro, sobre el plan a seguir, la forma de actuar y de comportarse de los judíos y conversos españoles, las indicaciones sobre sus manifestaciones externas, sus pautas de conducta en la Península Ibérica. El texto del documento remitido por conducto secreto, seguro y confidencial a Chamorro fue hallado y revelado a la opinión pública. El antropólogo don Julio Caro Baroja ha sintetizado en cinco puntos los extremos que se contenían en la carta-orden y que resumimos sinópticamente: 1. Convertirse en apariencia al cristianismo. 2. Dedicarse con más insistencia al comercio, para arruinar a los cristianos. 3. Practicar también la medicina y la farmacia, para matar impunemente, si fuere menester a los cristianos. 4. Hacerse sacerdotes católicos para profanar y destruir la religión y los templos cristianos. 5. Introducirse en los cargos de gobierno para subyugar a los opresores y obtener venganzas variadas. Las consignas se cumplieron. El documento es coetáneo. Un análisis histórico nos revela la identidad entre las indicaciones dadas y el grado de cumplimiento de la orden recibida en un ajuste perfecto, en una ósmosis total. Gran número de confesores y predicadores eran de raza semita. Los judíos utilizaban el sacramento de la confesión como fuente privilegiada de información para beneficio propio y de los de su raza. La predicación les servía para tomar notoriedad y obtener canongías y prebendas, rentas y honores, darse a conocer y proferir anatemas. Por eso no anda descarriado Bataillón al asegurar que fueron hombres de raza judía los que abonaron el terreno para las nuevas tendencias morales y místicas de tan honda resonancia en la espiritualidad española del siglo XVl. Los conversos eclesiásticos introdujeron por vía intravenosa en el clero su ideología si nos atenemos a la situación privilegiada del clero por aquel entonces, lo que les hacía atrayente y sugestiva su opción y adopción del estado religioso. Se ha escrito que “la tendencia de los conversos a ingresar en el clero era sólo un aspecto de la aspiración general de estas gentes a los empleos cómodos, bien retribuidos y de suficiente categoría social para acallar el complejo de inferioridad que les atormentaba”. El Libro de Alborique los acusa de estar “robando las iglesias, comprando los obispados, canongias y las otras dignidades de la Santa Madre Iglesia, tomando órdenes de clérigos y no creen en la santa fe católica, ni en la misa que dicen”. Aunque numéricamente eran más abundantes en el clero bajo, no era raro, extraño ni singular encontrar numerosos casos de judíos y conversos amparados y protegidos de prelados, miembros del alto clero, que compartían afinidades de raza y religión anterior. La alarma de la presencia de estos altos magistrados eclesiales llegó al propio Vaticano que dictó disposiciones pontificias en las que, para evitar una posible parcialidad en los juicios, se prohibía a los prelados conversos ser jueces en causas de fe. Las altas dignidades también fueron sorprendidas judaizando, poniéndose en evidencia su condición de falsos conversos, como, por citar un ejemplo, el obispo de Calahorra, don Pedro Aranda, que acabó siendo degradado el 16 de noviembre de 1498 y encarcelado en el Castillo de Sant-Angelo por llevar una doble vida religiosa, con un cinismo y una hipocresía digna de escándalo. Merece especial atención el caso de los frailes jerónimos, los más ricos e influyentes por este tiempo en Castilla; aunque los conversos pululaban por todas las órdenes, en ninguna alcanzaron un número y unos caracteres de escándalo como entre los jerónimos. Es sintomático que prefirieran acogerse a los frailes más ricos y mejor vistos, a aquellos que, valga la frase, estaban de moda en Castilla. El espíritu práctico de los hebreos no falla jamás. “Acordaron retirarse a ella (la Orden Jerónima), muchos conversos y como son tan astutos y les viene tan de atrás la hipocresía y ceremonia exterior, sin respeto a las veras de 

adentro, pusiéronse a disimular y conservar aquí mucho tiempo y aún ganar nombre” si nos atenemos al testimonio que queda reflejado por Fray J. de Sigüenza en su Historia de la Orden de San Jerónimo publicada en Madrid en 1605. Se cuenta en el Monasterio de Nuestra Señora de Sisla, en las cercanías de Toledo, que las cosas no debían andar muy bien ya que aumentaba de día en día el número de conversos en la Orden, donde sucedían casos como el de Fr. Alonso de Toledo que en su contradicción e infierno espiritual, con ansias ardientes de judaizar, se escapó dos veces no encontrando ni viendo manera de desentenderse de aquel estado permanente de disimulo e incertidumbre; o el de Fr. Juan de Madrid (el cual “no se había metido fraile salvo por guardar mejor la ley de los judíos”). El prior era fray García Zapata, auténtico judaizante que junto a la mayoría de la comunidad, entre los que estaban igualmente Fray Juan de Madrid y Fr. Jerónimo de Vilagarcía, celebraban, todos los años en septiembre, la fiesta judía de las Cabañuelas en el mismo Monasterio. Cuando decía misa el prior no consagraba y en lugar de las palabras de la consagración decía: “Sus, periquete, que te mira la gente”. Junto con él varios frailes serían relajados por sus burlas y mofas. Un hermano de García Zapata, llamado Francisco Álvarez Zapata, era canónigo de la catedral primada y un serio oponente a la implantación en la diócesis del Estatuto de Limpieza, por la cuenta que le tenía. Siguiendo con los Jerónimos, la Inquisición de Guadalupe había encontrado “de aquesta lepra no solamente en el pueblo, más aun dentro del Monasterio, en Fr. Diego de Marchena, de lo cual se causó mucho escándalo e sospecha”. Hasta tal punto llegaron las cosas que en 1486 tiene lugar el famoso capítulo que niega la entrada en la Orden a los conversos y se determina hacer inquisición dentro de la Orden para castigar a los numerosos culpables. Otro convento de la Orden, el de San Bartolomé de Lupiaña, fundado en 1456 por Fray Alonso de Oropesa, desde el primer momento fue sospechoso de albergar judaizantes, lo que sé confirmó cuando fueron descubiertos Fray Diego de Burgos y Fray Diego de Zamora entre muchos otros. En Aragón, Pedro de Almería, judío al servicio de la Corte, se convirtió al cristianismo ingresando como canónigo en la Catedral de Huesca entre 1100 y 1104, recibiendo del Obispo Esteban la almunia-monasterio de San Pedro de Séptimo que había poseído el judío Zavaxorda, pasando después como canónigo a la Catedral de Jaca y de ésta a prior del monasterio de San Adrián de Sasau. Después emigró y retornó al judaísmo. Otro converso fue Martín García, hijo del médico rabí Azach Xuen que el 17 de marzo de 1507 fue promovido a la primera clerical tonsura en Huesca, ingresando en la misma fecha en el estado eclesiástico Juan de Baraiz, hijo del “magistri Abraham Sustoris quodam civitatis Osce, noviter ad fidem Christi conversus”4 La familia Fajol, fachol, faxol o faiol, que con las cuatro grafías aparece en los documentos conocidos entre los años 1468 y 1491 también dio clérigos en la zona del alto Aragón y las condenas que contra ellos se vertieron por judaizantes en 1489, parecen demostrar la poca sinceridad de sus conversiones al cristianismo, que no pasarían de ser aparentes. Conversos eran los canónigos Vicente Gómez y Martín de Santángel, este último vicegerente de deán en la catedral de Huesca, en el primer cuarto del siglo XVI, quien costeó la capilla de Santa Ana, en la misma Seo, donde se conserva la imagen orante del prebendado en alabastro policromado. Los conversos podían ocupar todos los cargos públicos gozando de idénticas prerrogativas que los cristianos, tanto en la Corte como entre las jerarquías eclesiásticas; así encontramos conversos en la Corte de Isabel la Católica: Pedro Arias Dávila, contador mayor y consejero real, al consejero Pedro de Cartagena o de los secretarios de la reina, Fernando
Álvarez, Alfonso de Acila y Fernando Pulgar, siendo el confesor de Su Majestad el criptojudío Hernando de Talavera, desde 1478 y encontrando a linajes marranos en Juan de Macuenda, Obispo de Coria; Alfonso de Valladolid, Obispo de Valladolid; Alonso de Palenzuela, Obispo de Ciudad Rodrigo, Pedro de Aranda, Obispo de Calahorra, Juan Arias Dávila, Obispo de Segovia… influencia judaica que se revela hasta en el propio matrimonio de la Reina que fue concertado por un judío público, Alfonso de la Cavalleria, y un converso Abraham Señior. El dominio del clan judío-converso se incrementó al enviudar su esposo el rey Fernando y siguió imperando con Carlos I, donde incluso el Obispo de Badajoz, titular de la Capilla real, Pedro Ruiz de la Mota, era marrano y la hegemonía no decreció en tiempos de Felipe II donde hasta su propio secretario, Antonio Pérez, era de estirpe judía y donde la nobleza, la jerarquía y los cabildos estaban bastante controlados por no cristianos, baste citar como ejemplo al influyente Cardenal Mendoza y Bovadilla o al mismísimo Diego Deza, a la sazón Inquisidor General. Para protegerse de la “lepra” como se decía se implantaron los estatutos de limpieza de sangre desde 1515 en la Iglesia de Sevilla y Badajoz, en 1530 en la Iglesia de Córdoba – ciudad minada por los conversos -, en 1566 en León… y en las Ordenes ocurrió otro tanto aceptándose como salvaguarda del estatuto de limpieza desde 1486 en la Orden de los Jerónimos, desde 1489 en los Dominicos, desde 1525 en los Franciscanos donde se decía “que los cristianos nuevos atropellaban a los viejos pretendiendo el dominio total de la Orden, para volver en bloque al judaísmo”, o desde 1593 en la Compañía de Jesús, donde el número de marranos era muy elevado. Para un mejor acceso al estamento eclesial los judíos recurrían a la trampa de las trampas, o sea SIMULAR que abandonaban la religión judía, para transformarse falsamente en miembros del pueblo invadido convirtiéndose fingidamente a la religión de dicho pueblo y cambiando sus nombres por los usuales del pueblo invadido y al que querían conquistar, infiltrándose en él y en su Iglesia como el caballo de Troya. La Santa Inquisición llegó a encontrar archivos secretos entre paredes, en sótanos bien camuflados y hasta en subterráneos de Iglesias cristianas y conventos controlados por los judíos y judías infiltrados en el clero o incluso en casas de obispos que gozaban de fama de muy buenos cristianos. Algunos autores consideran que estos judíos con sotana es la peor catástrofe que ha sufrido el cristianismo en toda su historia. En el siglo XVII por judaizante fue procesado el bachiller Juan López de Vilareal, cura presbítero de La Redonda, diócesis de Ciudad Rodrigo y cura propio de Riofrío, de la diócesis de Astorga, o Jacinto Vázquez Araujo, capellán de la Catedral de Orense, detenido en 1687, o el famoso Felipe Godínez, cura de Sevilla que hacía ostensible manifestación de criptojudaísmo y llegó a escribir dos obritas literarias La reina Esther y El Arpa de David, donde disimuladamente vertía proposiciones judaicas. El clero criptojudío, bajo “el barniz de un catolicismo real escondía en su corazón sus verdaderas convicciones religiosas Socavaba desde dentro la estructura de la Iglesia Católica, alcanzando desde sus posiciones de privilegio empleos cómodos, bien remunerados y de indudable categoría social. También en la Orden de San Agustín, en su convento de Sevilla se descubrió un circulo judaizante y cuando el prior quiso corregirles fue asesinado en 1536. Por citar enumeraremos los más escandalosos y significados judaizantes de diferentes
diócesis, como el canónigo de Córdoba Pedro Fernández de Alcaudete que era sacrílego, y su compañero de Catedral, Gómez Fernández Solano; el prior de la Iglesia de Santiago, Bartolomé Pordel; Miguel Baeza, clérigo beneficiado de la Iglesia de Baeza; el canónigo de la Seo Leridana, Dalmay de Tortosa, que practicaba la superchería, que siempre llevaba consigo una nómina judía escrita en hebreo y que celebraba la pascua judía; compartía también la superstición el clérigo de Calahorra, Diego Sánchez, nigromante y criptojudío; el clérigo García de Álava, detenido en Burbáguena por predicar públicamente la Ley de Moisés, o el cura Pedro López de la Iglesia de San Salvador de Cuenca, que tenía más de sinagoga que de templo cristiano, pues también Francisco de la Barrera, sacerdote de la misma Iglesia, era matarife que sacrificaba animales siguiendo el rito judaico. La Inquisición, con independencia de su benemérita actuación, fue blanco de la infiltración de criptojudíos. Anteriormente hemos hecho alusión a uno de los Inquisidores Generales, el cardenal Deza, de origen sefardita, pero no fue el único de tal condición, otros encumbramientos eclesiásticos en el Tribunal del Santo Oficio los encontramos en Juan de Torquemada, cardenal de San Sixto y de inmediata ascendencia judía, siendo en muchos casos los propios judíos los que llevaron sus instituciones de la judería, el Tribunal del Din, a la Inquisición cristiana, protegiendo a los falsos conversos en unos casos y castigando sin piedad al grupo de conversos que se habían apartado en exceso de la fe mosaica. A veces el exceso de celo ocultaba o disimulaba la condición que se quería tapar, por parte del que lo imponía. Los Jesuitas no quedaron exentos del problema criptojudío y por las venas de muchos sacerdotes de la Compañía corría sangre de Israel, como por ejemplo el Segundo General de la Compañía, fundada por San Ignacio, el Padre Lainez, era descendiente de judíos, como también lo fueron muchos jesuitas famosos de todas las épocas. Los judíos y jesuitas, nos dice Caro Baroja, pese a que en la Historia se han visto a veces en campos opuestos, han mantenido unos vínculos muy sutiles, que puede decirse arrancan de los puntos de vista del mismo fundador de la Compañía. San Ignacio mantuvo una postura hostil a los estatutos de limpieza… repetidas veces dijo que hubiera considerado una gracia especial el venir del linaje de judíos. Por lo que no ha de chocar, pues, que entre los primeros y más eficaces colaboradores estuvieran varios conversos; de este linaje fue, como ya hemos apuntado, el segundo general de la Compañía Diego Lainez. Y junto al converso de Almazán descuella Polanco, el hijo de la adinerada familia, también conversa de Burgos, que no llegó a ser el cuarto general de la Compañía a causa de las fuertes presiones. Hasta 1593 no se implantó el estatuto de limpieza de Sangre en la Compañía y su incorporación supuso más un trámite formal que real, pues es sabido, por otra parte, que en pleno siglo XVII los hijos de conversos y aún judaizantes estudiaron a menudo con los jesuitas3 como es el caso de Isaac Cardoso, llamado “el apologista de Israel”. La infiltración judía en el clero era una técnica de conquista del mundo cristiano que el imperialismo judaico consideró indispensable para dominar a su principal baluarte, la Iglesia de Cristo, empleando para ello diversas tácticas, que variaron desde los ataques frontales hasta las infiltraciones. El arma favorita de la quinta columna consistió en introducir en las filas del clero a los jóvenes cristianos descendientes de judíos que practicaban en secreto el judaísmo, para que una vez ordenados sacerdotes trataran de ir escalando en la jerarquía de la Santa Iglesia, ya fuera en el clero secular o en las órdenes religiosas, con el fin de que usaran luego las posiciones adquiridas dentro de la clerecía en perjuicio de la Iglesia y en beneficio del judaísmo, de sus planes de conquista y de sus movimientos heréticos o revolucionarios. El clérigo falso cristiano criptojudío está realizando, según el criterio rabínico, una empresa santa para sus intereses inconfesables. La quinta columna en el clero ha sido y es uno de los pilares básicos del judaísmo internacional. Los fines que persigue la infiltración de los criptojudíos en el clero, se explica claramente en un interesante documento que dio a la publicidad el abate Chabauty y que cita el Arzobispo de Port Louis, Monseñor Meurin. Se trata de una carta del jefe secreto de los judíos internacionales, radicados a finales del siglo XV en Constantinopla, dirigida a los hebreos de Francia, dándoles instrucciones, en contestación a una carta anterior que Chamor, Rabino de Arlés, le había dirigido solicitándolas. La carta dice textualmente: “Bienamados hermanos de Moisés, hemos recibido vuestra carta, en la que nos hacéis conocer las ansiedades e infortunios que os véis obligados a soportar, y nos hallamos penetrados de un dolor tan grande como el vuestro. El consejo de los más grandes rabinos y sátrapas de nuestra Ley es el siguiente: “Decís que el Rey de Francia os obliga a haceros cristianos; pues bien, hacedlo, pero guardad la Ley de Moisés en vuestros corazones. “Decís que os quieren arrebatar vuestros bienes; haced a vuestros hijos mercaderes, para que ellos despojen de los suyos a los cristianos por medio del tráfico. “Decís que se atenta contra vuestras vidas; haced a vuestros hijos médicos y boticarios, a fin de que ellos priven de las suyas a los cristianos sin temor al castigo. “Decís que se destruyen vuestras sinagogas; haced a vuestros hijos curas y canónigos, a fin de que ellos destruyan la Iglesia Cristiana. “Decís que atentan contra vuestras vidas; haced a vuestros hijos abogados, notarios o miembros de otras profesiones que están corrientemente a cargo de los asuntos públicos; por este medio dominaréis a los cristianos, os apropiaréis de sus tierras y os vengaréis de ellos. “Seguid esta orden que os damos y veréis por experiencia que, por abatidos que estéis, llegaréis a la cúspide del poderío. “Firmado V. S.S. V. E. F. Príncipe de los judíos de Constantinopla al de Casleo de 1489”. Los réprobos fueron despreciados por su cínica adhesión a las prácticas católicas. Se denunciaba su deslealtad y su falta de sinceridad. Decenas de miles de nuevos cristianos se sometían exteriormente, iban mecánicamente a la Iglesia, mascullaban oraciones, ejecutaban ritos y observaban las costumbres, pero el espíritu no había sido convertido. Seguían guardando clandestinamente las fiestas judías, comían sus propios alimentos, conservaban restringidos sus círculos de amistades hebreas y estudiaban su antigua ciencia y costumbres. Amador de los Ríos, autor apologético del judaísmo y del marranismo, resalta cómo en Zaragoza “los conversos se conceptuaron depositarios de la antigua cultura de sus mayores y pusieron la mira no solamente en los cargos menores de la república, sino también en las dignidades eclesiásticas”. Todos los historiadores judíos admiten y reconocen que los conversos alcanzaron “exaltadas posiciones en la organización del clero” – Joseph Kastein -, para, según la Enciclopedia Judaica Castellana que como “Daniel Israel Bonafoy, Miguel Cardoso, José Querido, Mardoqueo Mojiaj y otros, defendían el marranismo como un método de socavar los cimientos del enemigo y como un medio que contribuía a hacer más elástica la lucha contra él… a los que la reina Esther, que no confesó ni su raza ni su nacimiento, les parecía su propio prototipo” – Enciclopedia Judaica Castellana, Tomo IV, vocablo España -. Pero no se piense que estamos hablando sólo en pretérito de algo que aconteció en el 

pasado, en una etapa histórica o un capítulo ya cerrado. En la Iglesia actual el criptojudaísmo tiene una gran presencia y potencia. El Cardenal Bea, de origen israelí (Bea Ohim) y uno de los grandes artífices del Concilio Vaticano II, antes de cada sesión conciliar iba a recibir instrucciones de los Jefes del Poder Oculto por mediación de los B’nai-B’rith, para hacerlas aplicar en el Concilio. El mismo Pío XII tenía como confesor al judío Bea. El actual cardenal arzobispo de París Jean-Marie Lustiger nació judío, se educó en la sinagoga y mantiene una postura religiosa ambivalente, siendo un claro favorito de la sucesión en el papado a Juan Pablo II. Es un judío converso contemporáneo, un criptojudío, que alardea de ser “un judío francés” como su primera evidencia y que tiene “conciencia de su origen judío, aunque sólo fuera por mi nombre Aarón”. También en el clero femenino y en el siglo XX se sigue dando el fenómeno del criptojudaísmo como la hija de Israel Edith Stein, la hebrea convertida al catolicismo, discípula predilecta del filósofo Edmundo Husserl y célebre en Alemania antes de hacerse carmelita. En España el criptojudío más famoso de los últimos tiempos es Josémaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, a pesar de que como confirma el padre Basilio Méramo “el judaísmo está contra la Iglesia y siempre ha sido su enemigo”.
LOS GHETTOS JUDÍOS COMO MODELO PARA EL OPUS
El modelo y el patrón de la estructura interna del Opus Dei no es la comunidad cristiana. El esquema interno de la Obra, su organigrama interior y sus leyes y normas de funcionamiento son un plagio, una transposición de la vida religiosa, social y jurídica de las comunidades del ghetto judío, reguladas por el Talmud y las leyes rabínicas del Kahal.
Escrivá de Balaguer crea el Opus a imagen y semejanza del ghetto judío, reglamentando su vida en común bajo los mismos principios y dando una cohesión intrínseca basada en las experiencias y en las regulaciones normativas, en las prescripciones, en las que se basa la Ley del Kahal. Podemos afirmar sin ambigüedades que Escrivá colma las antiguas normas de vida espiritual judía con alegorías y lenguaje cristiano. Son los viejos odres rabínicos y el agua bautismal. Habla en cristiano y piensa y siente en hebreo. Todos los niveles de comportamiento y de intransigencia férrea sobre el grupo son manifestaciones resultantes del espíritu del Talmud. El Opus Dei es la institución del rabinato en el seno de la Iglesia Católica.
Escrivá en su juventud conoce y aplica el espíritu del ghetto que se refleja en el libro de Jacob Brafmann El libro del Kahal donde se detalla la vida, la norma y la administración de los ghettos judíos que Escrivá quiere asimilar para su futura Obra, copiándolo al pie de la letra.
Generalmente se piensa que ser judío es simplemente profesar la religión judaica, pero en realidad es otra cosa bien diferente, es nada menos que pertenecer a un pueblo diferente y distinto -elegido según ellos- a aquel en que se ha nacido o se vive. Erróneamente se tiene
la consideración de que la sinagoga no es más que el lugar de culto de los israelitas, cuando se ignora que además es su centro de gobierno, su legislatura, su foro, su tribunal, su escuela, su bolsa y su club. La sinagoga es el alma del judaísmo y su alma a la vez no es la Biblia, sino el Talmud que se materializa en el Kahal, en el que desde que el judío llama a los umbrales de la vida, hasta que sus despojos, lavados con agua hervida con rosas secas, vive secretamente sometido.
El Kahal, como el Opus para sus miembros, rige sus existencias, los subordina y avasalla, los reduce y los maneja infaliblemente. El Kahal existe dondequiera que hay un núcleo judío, que si es pequeño el número se le llama Kehillah y si son muchos y cuentan con rabino y sinagoga, ya es un Kahal, que tiene jurisdicción sobre los kehillahs de las inmediaciones y de los aledaños. Si el número de la comunidad hebrea es considerable, donde se concentran en una misma ciudad millares de hebreos -como la ciudad de Nueva York, por ejemplo, donde se dan cita millones de judíos – se instala un Gran Kahal, que tiene ámbito jurisdiccional sobre los kahales de todo el territorio. El Kahal actúa como un soberano invisible y absoluto al que deben doblegarse voluntades personales e intereses individuales, igual que en el Opus Dei, réplica de su sistema y funcionamiento. El Kahal también juzga a modo de tribunal y persigue como implacable exterminador. El Opus juzga permanentemente a sus miembros vigilados entre sí y los corrige y enmienda. Kahal y Opus son dos realidades de la misma identidad.
Comercio, política, economía, religión, vida privada hasta en sus detalles más íntimos y minuciosos – relaciones entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre amos y criados – todo está regido por el Talmud y controlado por el Kahal – el Opus – que es su expresión concreta. Existe una estrecha inteligencia entre el Rabino que elabora la doctrina y el Kahal que la aplica y que el público en general ignora, se licencia, se guarda y se confunde. El Kahal y el Opus, legislan su régimen interior a su albedrío y antojo, según las máximas y los dogmas talmúdicos. Más recóndito está y actúa el Beth Din, tribunal secreto que juzga al margen de la justicia convencional, siendo sus códigos no los textos legales, sino su propio espíritu judaico. El engaño ha consistido en hacer parecer a las comunidades judías o al Opus Dei como simples asociaciones de carácter religioso, ocultando con esta apariencia su verdadera naturaleza. Su presentación es como núcleos inofensivos, cuando son en realidad sociedades secretas que controlan de forma totalitaria a los individuos que forman parte de ellas. Los judíos, como el miembro adepto al Opus Dei, son individuos sujetos totalitariamente a la comunidad israelita o a la Obra en lo político, lo económico, lo religioso, lo militar, lo cultural y hasta en lo privado. Son los hombres más carentes y privados de libertad de la tierra. Son esclavos de un deseo y de una promesa. Se les obliga al secreto, se les reduce al silencio y a la obediencia ciega e irreflexiva a la comunidad judía, a la Obra y a sus órganos de gobierno, que para la mayoría, incluso para los que están dentro, siguen siendo ocultos y secretos.
Su única libertad es la de obedecer a sus jefes y directores espirituales. Obediencia debida, conjurada y juramentada en todo, en el trabajo y en la ideología, en lo religioso y en lo cultural. Nada deberá hacerse sin el beneplácito inapelable de los jefes y directores espirituales que son los que marcan de forma indeleble la personalidad desprovista de sus
seguidores. Pedir permiso para todo. No tener iniciativas propias. Cualquier sugerencia a emprender, debe contar con la aquiescencia y el conocimiento previo y preliminar del “superior”.
El Opus, igual que el judaísmo, es la actualización del fariseísmo de antaño, que otorga a los rabinos no sólo el papel de sacerdotes y sumos sacerdotes, sino también el de líderes políticos, el de gobernantes totalitarios y omnímodos de las comunidades judías o del Opus Dei dispersas en el mundo. Tanto los rabinos, como los dirigentes del Opus dirigen sin contemplaciones en todos los planos de la vida humana a sus seguidores, en lo político, económico, religioso, social, en sus inquietudes particulares, porque de su influencia hacen un instrumento totalitario, valiéndose de un intrincado sistema de presiones y control, de espionaje y de infiltración en todos los órdenes de la vida personal y moral de sus seguidores, para imponer su voluntad y dominio. La palabra “sinagoga” como el término Opus, tiene tres significados: como asamblea o célula básica organizativa, como templo o edificio, bien inmueble donde se reúnen, que puede ser un templo o en casas particulares que dependen de otras casas de ámbito regional o de una demarcación mayor según la entidad territorial o el número de los adscritos y por último también es sinónimo de totalitarismo judío cristiano, donde sus dirigentes se erigen en foros de obediencia suprema.
Entre los judíos los “Parnasim” o miembros del Kahal regional o local y en el Opus Dei los directores espirituales – que pueden ser o no sacerdotes de la Obra – dirigen la comunidad local, planifican la infiltración de sus miembros en todos los estamentos, partidos y grupos políticos, económicos, laborales, etc. sin importarles la ideología, por ello nos encontramos judíos y miembros del Opus Dei en las huestes de los partidos y organizaciones de izquierdas y entre los partidos de derechas o de centro. Su fijación es la obediencia servil.
Dice el israelita Jacob AIejandrovich Brafman, que el control de cada individuo judío es muy minucioso en todas las actividades de su vida pública y en la privada y que el dominio totalitario de la comunidad judía sobre el individuo judío es absoluto y hasta penetra en la intimidad del hogar israelita. Igual que en el Opus Dei. El secreto para conseguir la obediencia ciega y totalitaria es la coacción, las leyes represivas, la intimidación con el castigo de la eterna condenación sin atenuantes si se desobedece a los superiores inmediatos, las mortificaciones, las evidencias, las represalias como reos del crimen de esa colectividad. Desobedecer a los superiores en estos núcleos es semejante a ofender a Dios, a apartarse de la senda del “bien” y entrar en el camino de la “perdición” eterna. Es el mayor de los pecados. El desacato no se tolera y su corrección más que fraterna es terrible.
Entre las medidas que se toman contra los judíos disidentes que desobedecen, equiparadas a las que adopta el Opus Dei, se encuentran las siguientes: – Todo judío al ingresar en la “Santa Hermandad Sinagogal” tiene que firmar documentos comprometedores que una vez suscritos no vuelve a ver pero que sabe de su existencia. Cada cierto tiempo tiene que renovar sus juramentos de fidelidad de forma pública y solemne ante los demás, para que no exista la más mínima duda y se evite cualquier tentación de arrepentimiento del paso dado. Se debe prestar subordinación a ultranza al Kahal o a la Obra, por encima de cualquier valor o institución exterior, porque sólo en el círculo interno se encuentra la verdad, debiendo informar a los rabinos o en su caso a los directores espirituales en la Obra, de todos los pormenores y secretos a los que el judío o miembro del Opus Dei tenga acceso, ya sean militares, políticos, administrativos, laborales o de cualquier índole. Los judíos y los miembros del Opus Dei viven permanentemente hipotecados para toda su vida. – Las leyes internas de la secta judaica o de la mafia católica obligan a ventilar las diferencias en el interior. Los trapos sucios se lavan en casa. Las controversias las debe conocer y resolver el rabino o los superiores de la Obra. El escándalo no debe jamás trascender a la opinión pública, que debe vivir en la ignorancia de las interioridades del ghetto y de la Obra. – Al judío, como al numerario que desobedece, se le priva de la relación carnal con su cónyuge, para lo que se insta a la esposa que también suele ser de la Obra – endogamia judía y del Opus o espiritual – que niegue toda relación sexual hasta que el marido vuelva al redil de la obediencia a las órdenes de sus jefes, para que pueda regresar al lecho matrimonial. – Como santa coacción también están permitidas las sanciones pecuniarias, siendo tanto el Opus como el judaísmo los grupos totalitarios mejor financiados del mundo. – El fanatismo y la intransigencia son tan exacerbados que en casos de desobediencia grave y pública puede llegarse a la eliminación física del “desertor” o malsín. En el Opus hay un sin fin de “muertes providenciales” y “misteriosas” de hombres que sabían demasiado y que no interesaban en un momento dado. En el judaísmo sucede otro tanto. Los intereses en juego son tan enormes que no se detienen ante nada. 

Cada miembro de la comunidad es un espía para sus hermanos y están obligados a denunciar cualquier signo o síntoma de desafección a las órdenes emanadas o a la comunidad. Por ello en una comunidad basada en la delación no puede haber ni sincera amistad, ni confianza, ni hermandad. Denunciar al descarriado es un timbre de gloria: Ser confidente de las intenciones heterodoxas, un tanto a favor del denunciante. La disciplina mediante este sencillo método está siempre garantizada, por funcionar integrados los sistemas más minuciosos de información, espionaje y traición. Así vemos a hijos denunciar a sus padres, esposas contra esposos, amigos entre sí en todo el mundo judío y del Opus.
– La pena en casos de contumacia en el “error” de la desobediencia y de la liberación del yugo del grupo o comunidad, es el herem o excomunión, lo que conlleva una especie de muerte civil y donde antes era ficticia hermandad, ayuda recíproca y socorros mutuos, de pronto, como por un resorte se convierte en animadversión y muerte civil, negando el pan y la sal, haciendo al que se marcha de la espiral de obediencia el boicot más espantoso en todos los dominios, en el económico, en el social, en el político y en el personal. Hay que arruinarlo, eliminarlo socialmente, desacreditarlo, infamarlo, anularlo y neutralizarlo. – La obediencia se da hasta en la censura previa a las lecturas, los juegos, las diversiones, los espectáculos e incluso los amigos. El no judío es un goim, un extraño; el que no es miembro del Opus Dei, aunque también sea católico, o cristiano, deja de ser un hermano. Toda la información que recaben los judíos o los miembros del Opus Dei sólo debe servir para beneficio del judaísmo o de la Obra, teniendo de esta forma unos controles de información, unas centrales de datos, impresionantes y gratuitas. Conocer es imperar. “Todos los judíos, sin excepción, están obligados por lo menos semanalmente a entregar a su rabino un informe de todo lo que vean, oigan, lean, etc. en la oficina militar, política,
comercial, de prensa y de toda índole donde trabajen, así como de todo lo que vean y oigan en la calle, en el mercado, en la tienda, en la escuela, en el club, en la instrucción pública, militar, periodística universitaria, religiosa, económica, sindical o de cualquier otra índole donde se encuentren o donde ‘ocasionalmente tengan acceso”‘. En el Opus el paralelismo es idéntico pues todos sus miembros están obligados a una entrevista semanal con su direc- tor espiritual a la que se denomina “confidencia” para informarle de las actividades y comunicarle de todo lo que haya tenido conocimiento, visto, oído, leído en cualquier medio en que se haya desenvuelto. El director confecciona con todos los datos que semanalmente le transmiten los miembros un informe que a su vez lo eleva a los superiores y según su importancia y tras la valoración e interés de las informaciones, las mismas se transmiten hasta la cúspide de la Casa Central del Opus en Roma. En el Opus Dei también existen las criadas – la Obra tiene centros donde enseña y adoctrina a las jóvenes para el servicio doméstico en casas de la aristocracia y de la burguesía; son adiestradas para comportarse como agentes del espionaje. En su “confidencia semanal” deben relatar las amistades que frecuentan la casa donde están prestando servicio, las llamadas telefónicas que reciben sus señores, la correspondencia e incluso las conver- saciones que escuchan en el hogar. Existe en el Opus, igual que entre los judíos, la obligación de denunciar todo lo que pasa en el interior de la comunidad o del ghetto, en lo que se refiere al cumplimiento de sus costumbres y normas que en la Obra se denomina la “corrección fraterna”. Esta obligación está dirigida tanto al culpable, a quien hay que tachar y censurar sus faltas con el fin de que se corrija y al director espiritual a quien hay que pedir permiso para desempeñar esta acusación o actuación frente al culpable, lo que significa que también el director espiritual está previamente informado del contenido de la denuncia pública ante los demás miembros del clan. Estas prácticas ejercen un control y una continua vigilancia mutua, creando un ambiente de mutua desconfianza, recelo y sospecha que imposibilita una normal convivencia pero que van configurando el estilo del judaísmo o el espíritu de la Obra. La obligación de la denuncia, con sus continuas sospechas y vigilancia en el Opus es una copia de las vivencias usuales y comunes de los ghettos hebreos, en los que se exigía a sus miembros comunicar al rabino todos los pormenores. Los efectos son idénticos en e! ghetto que en la Obra en tales prácticas. De esta forma se obliga a todos los miembros a actividades de espionaje y de investigación, tan útiles para mantener la cohesión interna y los vínculos de las respectivas comunidades. Las “confidencias” semanales y la “corrección fraterna” son piedras angulares en el funcionamiento de la Obra según la concepción de Escrivá, siendo, en gran parte, la razón de sus éxitos y de su expansión en el mundo entero. Si se suprimieran en el Opus estas técnicas o mecanismos de control, el edificio comenzaría a resquebrajarse, derrumbándose y terminando por carecer de fuerza vital. La información recibida, clasificada, procesada, transmitida a niveles o escalones superiores según su contenido o su importancia son una clave del dominio, la hegemonía, la preponderancia y la falta de escrúpulos y de moral que desarrolla. En el Opus diversos países están a la cabeza de la región. El que sus nombres no sean, por lo general, conocidos, no se debe únicamente a la casualidad. También en cada región, ciertos hombres del sistema están secretamente y en confianza encargados de funciones y cometidos particulares, bien sea del sector finanzas, del comercio, de la enseñanza, etc. sin que sus nombres ni sus misiones sean revelados a los miembros de base y naturalmente
totalmente tapados al conocimiento del resto de los mortales. La vida del ghetto en los judíos y del Opus entre los cristianos repercute en su personalidad y en el interior de sus almas, creando una “estirpe” secreta y “diferenciada” de los demás de sus semejantes, a los que ignoran, pues para el judío y para el Opus, sólo son semejantes los iguales, es decir ellos mismos. Ellos y sólo ellos son los elegidos, los que han hecho un pacto con Dios, la Obra de Dios, el pueblo de la Alianza, los hijos de Israel. Los demás son la basura y la escoria de la humanidad. Por ello la vida y el ordenamiento jurídico de sus leyes del ghetto o de sus constituciones interiores prevalecen sobre la legislación civil o política de cualquier Estado en el que se asienten. Si el judaísmo ha sobrevivido a la dispersión, a la diáspora, o a las contingencias coyunturales ha sido por su espíritu de ghetto que ha generado entre los hebreos un fanatismo despiadado y una fuerza de voluntad fortificada por la educación, la necesidad y su propia miseria, lo que les ha hecho concebir una sed insaciable de oro, poder y dominio. Oro, poder y dominio que son las premisas del Opus Dei, que al igual que en los ghettos, desde el primer momento se inculcan y estimulan los sentimientos de odio, intolerancia y orgullo, sentimientos que experimenta el seleccionado, el “elegido” contra sus adversarios, es decir, contra todos los que no sean judíos o miembros de la Obra. Sus pasiones y voluntades se tensan al máximo. Sus organizaciones, las del Opus y las del ghetto son cerradas; los judíos forman, como dirían Schiller o Fichte, un Estado dentro del Estado. Ghetto y Opus se aprovechan conscientemente de los vicios de sus miembros, de sus pasiones. Como afirma Brafmann en su libro sobre el Kahal, “el mantenimiento del judaísmo sólo fue posible gracias a la implantación del ghetto. La separación era y debía ser la solución, separación por el idioma, la vestimenta, la religión. La religión se conformó conscientemente como una religión de culto. Todo judío – lo mismo se puede aplicar a los miembros de la Obra – se ve obligado intencionadamente a prestar atención a su religión y a sus prohibiciones casi en cada momento de su vida, en cualquier acción y en cualquier pensamiento debido a las innumerables prescripciones, donde uno es moralmente responsable incluso del comportamiento del vecino. Así, la disciplina del ghetto era la principal arma defensiva en la lucha por el mantenimiento del pueblo judío y sus pequeñas colonias” que garantiza la pervivencia. En el ghetto, como en el Opus, la desobediencia se reprime sin contemplaciones y la traición no tiene perdón. Se utiliza el anatema como arma terrible. En el ghetto y en el Opus el ambiente es de soberbia, orgullo e intolerancia, como corresponde al “pueblo elegido” sobre una base religiosa. Para esto sirven sobre todo y fundamentalmente las festividades, los ritos, las celebraciones, las prácticas, los retiros, los ejercicios, las lamentaciones y los rezos… Los cuatro pilares básicos del dogma judío eran la fe en el pacto con Yavé, – el Opus Dei u Obra de Dios también se considera a sí mismo la élite, los selectos, los puros y los elegidos; la pureza de la raza, en el Opus ellos son los inmaculados frente a la contaminación exterior; la fe en ser el pueblo elegido y en el Mesías; para la Obra el Mesías redivivo está representado por el propio Escrivá, cuya figura es objeto de veneración interior. Ghetto y Opus tienen rasgos defensivos. De ahí por una parte su odio al “alter” y a la vez su mimetismo, su desarrollo en paralelo con el secreto de su organización y su fanatismo propio de cerebros alienados y talmúdicos, su odio y su disimulo, su agresividad o su servilismo según las circunstancias, y todo ello en aras de una apariencia de espiritualidad inocua.
En el judaísmo, en la celebración de las fiestas del Pesaj, los rabinos recalcan que un solo israelita agazapado, como nos narra la Biblia, pudo apoderarse del gobierno y de las riquezas de Egipto, con mayor razón puede conseguirlo toda una comunidad judía, infiltrada en una nación. La lección silenciosa la aplica el Opus Dei y fue transmitida en secreto por Escrivá a sus hombres de confianza y a sus más próximos. Otra máxima del Talmud que siguen al pie de la letra los seguidores de Escrivá es aquella que reza: “dondequiera que se establezcan los judíos, es preciso que lleguen a ser los amos y mientras no posean el absoluto dominio, deben considerarse como desterrados y prisioneros, aunque lleguen a dominar algunas naciones, hasta que no las dominen todas, no deben cesar de clamar: ¡Qué tormento! ¡Qué indignidad!”. De forma inconsciente, en el silencio de la termita, Jesús Ynfante nos dice del Opus que “lejos de buscar la transparencia, se entroncan en la oscuridad de los ghettos y de las mafias”

Ejercicio literario para recordar el “futuro”

In Senza categoria on 27 Maggio 2013 at 03:43
 Ejercicio literario imaginativo destinado (sin que él lo supiera) a la excitación de la glándula hipófisis o pituitaria, la encargada de la recuperación de las burbujas mentales (recuerdos) del Quantum. Este tipo de ejercicios o experiencias es corriente en los entrenamientos de las órdenes esotéricas, quizás con otros métodos o nombres, pero con el mismo fin. Si algún lector forma parte de alguna de ellas como la masónica o rosacruz puede confirmarlo. La idea es rescatar burbujas mentales del pasado (antes de esta unidad de carbono) o del futuro, “recuerdo del futuro” de forma que surja como “imaginación”. Me pareció interesante no sólo exponer el proceso del ejercicio, sino también interactuar y mostrar su desarrollo. Hoy veremos el proceso y experimentaremos “el juego del Quantum” para que ustedes experimenten en carne propia, la recuperación de un recuerdo del futuro.

 

 
Comenzaremos primero aclarando algunos conceptos necesarios para tener claro que es lo que vamos a hacer. Una de las programaciones que nos han impuesto es la idea de “imaginación”, que no es lo mismo que fantasía. Según Wikipedia, formadora de arquetipos, cita: La imaginación (del latín imaginatĭo, -ōnis) es un proceso superior que permite al individuo manipular información generada intrínsecamente con el fin de crear una representación percibida por los sentidos de la mente. «Intrínsecamente generada» significa que la información se ha formado dentro del organismo en ausencia de estímulos del ambiente”Manipular información, o sea no real. Tomar esta información y transformarla en una fantasía. El asunto es que la imaginación en realidad son recuperaciones de burbujas mentales, suyas o de terceros, en bruto, por medio de la glándula pituitaria y no procesadas correctamente por ignorancia o falta de información al recibir datos parciales. La ilusión consiste en creer que la imaginación es fantasía, algo fantástico, fantasioso, improbable. También Wikipedia condiciona y relaciona la imaginación con la fantasía: “La palabra fantasía significa la facultad que tiene el ánimo de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o lejanas, de representarlas ideales en forma sensible o de idealizar las reales. Una fantasía es algo irreal, ficticio, o algo que simula la realidad. Una fantasía es una imaginación o ilusión de un deseo. Cuando se rompe la ilusión de la imaginación, surge un visionario como Julio Verne, o Isaac Asimov, o un científico como Nikola Tesla que se adelanta a su tiempo.
 
Aclarado esto, haremos lo siguiente, desarrollaré una historia como real, donde mezclaré datos, conceptos, información e ideas, de forma que ustedes no sepan si son reales o no. Sobre esta historia base, tomada y ampliada del ejercicio literario antes citado, ustedes podrán analizar y preguntar al respecto e irán contestando o ampliando las respuestas, preguntas o análisis de sus compañeros, observando atentamente el proceso de su imaginación sobre todo el sentimiento al escribir o responder. Sentirán la certeza o no de sus afirmaciones, e intentarán tamizar lo verdadero, si lo hay, de lo falso, si lo hay, dentro del contexto de la información transmitida por mí y por ustedes. Cada comentario tiene que tener la fuerza de la certeza de lo que dicen, si están exponiendo o ampliando, y la firmeza y sustento en las afirmaciones y preguntas. No tienen que entrar en conflicto de ninguna manera con las afirmaciones de los demás lectores, sino, completar la información. Esto es un ejercicio de consciencia no de egos, así que no tienen que defender ninguna postura, ni discutir entre ustedes, sino exponer, o explicar y ampliar las existentes. Tengan siempre presente que esto es un juego y que interrumpiré la experiencia si no se cumplen las reglas. Yo intervendré contestando sus preguntas si lo creo conveniente y me tomaré el tiempo necesario para hacerlo y dar las respuestas. Podré agregar o quitar, si lo considero pertinente, información al artículo ya publicado, así que estén sumamente atentos. La experiencia durará hasta la publicación del próximo artículo donde la daré por terminada y expondré las conclusiones. Comencemos pues, el juego.  
 
“Hay cosas que tengo que callar, porque si no perdería toda credibilidad, y mi propósito y trabajo habrá sido en vano. Si yo dijera por ejemplo que nací en 1874 y que estoy escribiendo desde el año 2042 con un equipo Transceptor cuántico multi-temporal de vaet direccional y radio +/-200 años, ¿Que pensaría?, no hace falta que me responda, y sin embargo, lo que le estoy diciendo tiene su lógica y puede ser completamente cierto.  El Transceptor cuántico multi-temporal de vaet direccional y radio +/-200 años, es un equipo desarrollado por EG&G, inicialmente para comunicaciones inter-temporales en el año 19?? con fines exclusivamente militares y luego utilizado civilmente con fines educativos. Como toda tecnología actual de este tiempo virtual 2012, primero los militares y la elite, y luego cuando ya está obsoleta, el público en general. En el 2042 ya está liberada como toda la tecnología, ahora secreta.EG&G (Edgerton, Germeshausen, and Grier, Inc) fue contratista de defensa del gobierno de Estados Unidos desde la década del 40 e implicada en la mayoría de los proyectos oscuros como el Experimento Filadelfia y el proyecto Manhatan. El Transceptor cuántico multi-temporal de vaet direccional y radio +/-200 años es un equipo de interacción de espacios temporales y no necesita un receptor del otro extremo para su uso. El Transceptor crea un vórtice de recuperación de huella electromagnética en ambos sentidos, en este caso 200 años, los hay de mayor o menor alcance. Este equipo es similar al cronovisor vaticano, con la diferencia que se puede interactuar con todo lo relacionado a las comunicaciones. Por ejemplo, se pueden recuperar las emisiones de radio y televisión de hace años, o usted puede recibir una llamada en su celular, y al atender estar hablando con alguien que se encuentra 200 años en el pasado o en el futuro, sin saberlo. En este momento puedo haber recuperado los correos electrónicos del 09 de Abril de 2012 y estar contestándole desde el 2042. ¿Nunca le pasó que su teléfono celular de golpe le muestre una llamada perdida con fecha futura, o un mensaje de texto o comentario en el blog, que llega desfasado en el horario, o que su televisor muestre una imagen fantasma de otro canal pero que no está transmitiendo ese mismo programa en ese momento? Eso sucede cuando se está recuperando una huella electromagnética desde algún punto espacial. El Transceptor es un equipo de comunicaciones de 7ª generación, y no hay peligro alguno porque trabaja con recuperación de huellas electromagnéticas, por consiguiente, la paradoja es imposible al trabajar dentro de la ecuación de elección. Sólo modifica las incógnitas (x) dentro del proceso acción-reacción del sujeto.”
 
“Como ya dije el Transceptor cuántico multi-temporal de vaet direccional fue desarrollado después del primer salto de horizonte de distorsión espacio-temporal, en la década del 70, por EG&G o sus contratistas, en base al cronovisor vaticano y terminado de perfeccionar y puesto en funciones a partir de la 5ª generación en la década del 90. No fue hasta el 2001 que se le dio un uso realmente interactivo con los acontecimientos del 11 de septiembre en las torres gemelas, recuperando información de las bases de datos de las torres, en especial del edificio 7 del World Trade Center, que albergaba oficinas de la Securities & Exchange Commission (SEC), y algunas oficinas del FBI. También le fue avisado desde el futuro a varias personas lo que iba a suceder. Desconozco las causas de la recuperación y el aviso, quizás fue una prueba de su funcionabilidad. También desconozco los efectos en la realidad que esta intervención pudo haber ocasionado. Entonces sería lógico que usara el transceptor, si mi lugar espacial fuera el 2042, aunque me encontrara ahora en el 2012 (Tómese todo como un supuesto, hipotéticamente hablando). Si fuera al revés, y estuviera en el 2042 y mi lugar espacial fuera el 2012, igual podría tener una interacción del 100% con esta realidad y este tiempo si me estuviera comunicando desde la misma Matrix 7.82 aunque me encontrara en la 15.64 o viceversa.” Siempre conviene cubrir las huellas con el caos, así que suelo utilizar, como el entrenamiento enseña,  varios servidores,  equipos y dominios para este fin. Por ejemplo Blogger, WordPress, Stopsecrets, .com, .ar, .es, .mx, Telecom, Telefonica, Cantv, etc. igual que nacionalidades y lugares en las distintas cuentas en la red, también nombres, direcciones, teléfonos, documentos y empresas de comunicaciones, estas últimas son servidoras que el Transceptor utiliza como puerta de entrada para la comunicación, y que una vez que el Transceptor se enlaza, se mapea y maneja como si estuviera en el mismo espacio de horizonte destino. La única forma de identificar la señal de forma correcta, es por medio de otro Transceptor en el horizonte destino, porque identifica la huella electromagnética del primero, decodificando el espacio de horizonte raíz (origen). Sino siempre se obtendrá una locación ficticia correspondiente a la IP de enlace en ese momento. 
 
“La interacción del 100% en esta realidad, si yo fuera un viajero del tiempo, puede tener varias interpretaciones y formas, por ejemplo como, digamos, un Highlander. Podría ser, se conocen algunos en la historia, pero no es lo común. Como un Jhon Titor o un Jo Malone quizás, esto es más común. Como un Avatar. Podría ir y volver, escribir aquí o escribir allá. Según como sea el viaje mantener la consciencia no es la frase justa, prefiero: recuperación de recuerdos, cuando se necesitan.  Hay cuatro formas conocidas hasta la fecha de viajes en el tiempo. Por salto cuántico físico mediante un portal de horizonte espacio-temporal, (teletransportación), por recuperación de huellas electromagnéticas de la trama (proyecciones) y por transmigración quántica (Quantum) de esferas de consciencia (Avatar). La tradicional y tridimensional forma de viajar en el tiempo es, por supuesto, cronológicamente (viviendo). Me expresé mal cuando comencé el relato, el 17 de diciembre de 1874 fue el momento del primer salto consciente, por eso la expresión nací, antes tuve otro muy traumático, porque abandoné a toda mi familia, creo que fue en el siglo XVIII, no recuerdo bien, así que hablar de edad, no tiene sentido, porque ni siquiera yo la sé y primero tendríamos que diferenciar edad cronológica y edad espacial. Todos somos Avatares de nuestro Ser, y nuestro Ser a su vez, es Avatar de la consciencia del Do. En el caso que nos compete habría que estipular cual es el espacio raíz, 1712, 1874, 2012 o 2042, para comprender tridimensionalmente el asunto. Todas las familias o parientes son originales, las del pasado, la del presente y las del futuro. No depende del tiempo sino del espacio. Mi padre de 2042 es el mismo que el de 2012 pero en realidad ya no es mi padre, porque su Ser ahora ocupa otra unidad de carbono.” 
 
“Me pregunta, ¿porque no uso los recuerdos o viaje en el tiempo para mi beneficio personal, para mejorar mi condición económica, como ganar la lotería? Primero porque se recuerda a lo que se presta atención, si yo hubiera sido un jugador, seguramente lo recordaría, pero nunca he jugado ni creo que lo vaya a hacer. No tengo la menor idea de todo lo referente a juego o deportes. Sumado a que no se puede hacer lo que no se hizo  porque el futuro existe y ya pasó. Uno está condicionado a su huella electromagnética  en la trama sagrada. No se puede hacer nada que ya no se haya hecho o que no esté marcado con esa huella electromagnética como posibles realidades dentro de la “ecuación de elección” en cualquier acontecimiento. Digamos que todo está previsto y sus posibles circunstancias por una acción, entran como factores incógnita (x) en la trama sagrada. Por consiguiente el escenario de paradoja toma otra dimensión, si usted o yo hacemos algo que modifique el pasado, presente o futuro, es porque ya lo hicimos en alguna línea temporal o realidad subjetiva paralela o alternativa. Como en “el error que no lo fue” donde estaba previsto el error del Demiurgo. La única forma de ejercer el libre albedrío, es que se conozcan todas las decisiones posibles y sus consecuencias, y entonces elegir una de ellas. Creo que lo expliqué en el artículo “Corrigiendo conceptos II”.
 
“Parece un juego, pero no es un juego. Una elección equivocada o egoísta cambia la ecuación de elección y la realidad es otra. No podría arriesgarme a no cumplir mi propósito por una comodidad económica al usar un recuerdo de un posible futuro a mi beneficio. Si tiene que ser será, quizás mañana me escriba un editor y me proponga publicar un libro para que lleguen estos conocimientos a aquellos que no llegan, en ese caso sucedería porque tendría que suceder en esta realidad y mi decisión no cambiaría mi propósito, aunque cambie mi realidad. Como expliqué, el acto de utilizar un recuerdo del futuro o un don, de forma egoísta o para beneficio personal, cambia todo el propósito. Cualquiera que tenga un don o un propósito definido está en riesgo de perderlo todo si no lo utiliza adecuadamente, no se imagina el mal que puede hacerle a su Ser, si se equivoca y lo usa egoístamente. Igualmente, la decisión es suya, sino no existiría la dualidad, o se es sombra o se es luz. Igualmente en la ecuación de elección está considerada, sino no se podría mantener el equilibrio de la singularidad . Nada está librado al azar, el caos organiza todo.”
 
“No espero nada de nadie porque sólo estoy haciendo lo que ya hice, y ellos harán lo que ya hicieron y que tengan que hacer, porque todavía no tienen libre albedrío y sólo funcionan por acción y reacción dentro del plan, si la acción es la correcta, la reacción también lo será. Como dije, la única forma de ejercer el libre albedrío, es que se conozcan todas las opciones y decisiones posibles y sus consecuencias, y entonces elegir una de todas. Con los Viryas es diferente, porque ellos sí tienen libre albedrío y pueden decidir no participar, y renunciar a su propósito si no se consideran aptos o los sobrepasa. Si yo le dijera hoy que su propósito en esta realidad es “no tener propósito”, y dejar todo lo que adquirió interiormente en este tiempo, su evolución interna personal, y convertirse en la persona más materialista, insensible, inescrupulosa, oportunista y odiada que existe, por ejemplo, un Hitler, porque de esa forma ayudaría a la liberación de (x) cantidad de Seres, ¿que haría? No es tan simple tomar una responsabilidad por más Virya que sea. La única forma de que lo haga, es que se lo diga su Ser, su Cristo, su niño interior, y esté completamente convencido de que su propósito es no tener propósito, y aun así, no sé si lo haría. Usted tiene el libre albedrío de rechazar el propósito en esta realidad si no está de acuerdo o le supera. Hasta Jesús podría haber rechazado su propósito, o Judas haber rechazado el suyo, el de entregar a su maestro. Cuando Jesús le pide a Judas que lo entregue, porque se lo pidió aunque usted no lo sepa, la primera reacción fue negarse, pero como Jesús estaba dispuesto a cumplir el propósito que su Cristo le dictaba, y si Judas se negaba igual se lo pediría a otro de sus discípulos, Judas acepta el propósito que lo condenaría socialmente por los siglos de los siglos hasta que se conociera la verdad. Judas fue el mejor y más fiel de sus discípulos. Libre albedrío es eso, libre elección. Por eso la insistencia de la consciencia del Ser, la conexión con el Ser y todo lo que ello acarrea como la certeza absoluta, para poder cumplir su propósito.”
 
“¿Qué y quién soy?, ¿un illuminati, un equipo, un viajero del tiempo, un extraterrestre? Como conté en “soy un illuminati”, puedo ser ángel o demonio, o las dos cosas a la vez, no porque sea o no un illuminati, sino porque soy consciente de mi Ser y de la ilusoria realidad que nos rodea. Esto es un juego y nosotros somos las piezas, pero si se es consciente podemos transformarnos en el jugador y representar el papel que más nos convenga para ganar la partida. La mejor definición de lo que soy es: un simulador des-programador de unidades de carbono. Todos somos como el Titánic, nos creemos indestructibles hasta que hacemos agua y nos ahogamos en nuestra propia soberbia, como en “el experimento”, por eso es bueno saber que siempre hay “algo” más arriba que nosotros que mueve los hilos de este juego. ¿Quién es el que recuerda ahora? No importa si todo es verdad, imaginación o sólo fantasía, lo que importa es lo que esto mueve en su interior. Usted es el parámetro entre la realidad y la ilusión, nada es lo que parece, y la verdad siempre está detrás de lo aparente, no lo olvide. Por favor, no me crea, no crea nada de lo que digo, compruébelo y créase sólo a usted. Un abrazo.